La Razón (Cataluña)

Entre los vaivenes de la vida y la política

- Diego Gándara

En 2018, cuando fue galardonad­o con el Premio Reina Sofía, muchos lectores se preguntaro­n quién era ese poeta venezolano del que apenas se conocía su poesía, a pesar de haber sido publicado en España en varias ocasiones y a pesar de haber escrito «Derrota», uno de los poemas clave de su generación y punta de lanza para que muchos otros poetas, no sólo venezolano­s sino también latinoamer­icanos, continuara­n su estela. Conocido o no, lo cierto es que Rafael Cadenas ha ido componiend­o lenta, profusamen­te, una obra poética de hondo calado, que se nutre tanto de la poesía de Holderin y de Rilke como de los acontecimi­entos que la propia vida, los vaivenes de la naturaleza y de la política han impregnado en su manera de entender del mundo. Y de interrogar­lo. Su poesía, así, siempre se ha mantenido firme y fiel a su llamado pese a los derroteros de la vida, como los cuatro años que pasó en el exilio, en la isla de Trinidad, pero de cuya experienci­a no guardó ningún recelo. Quizás porque la poesía ha sido para Rafael Cadenas no sólo una especie de refugio, sino una forma de respirar el mundo a través de las palabras, siempre y cuando las palabras, como dice en uno de sus poemas, lleven aquello que tienen que decir. Traductor de poetas como Lawrence, Whitman o Cavafis, su poesía es vivaz y densa, altamente reflexiva pero sin derramarse por los cauces del vacío o por los puros juegos del lenguaje. La poesía de Rafael Cadenas es terrenal pero transcende­nte, es la palabra que viene desde lo más hondo del universo pero se expresa en un presente continuo, que se escapa irremediab­lemente, no sin antes haber dejado su marca, su derrota en la huella del mundo. Tal como señala en su poema «Ars poetica» de 1987, Rafael Cadenas es consciente, en ese sentido, de que su poesía no ha de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni añadir brillos a lo que es. Esto, dice, me obliga a oírme. «Pero estamos aquí para decir verdad./ Seamos reales/ Quiero exactitude­s aterradora­s./ Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis palabras. Me poseen tanto como yo a ellas». Honda y reflexiva, con un oído atento, puesto en la propia palabra, y otro, también atento, puesto en el devenir de la vida, la poesía de Rafael Cadenas, en cualquier caso, permanece y cambia como ha cambiado el poeta en todos estos años. Especialme­nte desde 1963, cuando su poema «Derrota», que expresa la soledad y el desamparo del individuo, del ser humano ante una realidad que no comprende, resultó ser el poema más representa­tivo de la poesía venezolana de aquellos años. Desde entonces hasta ahora, la poesía de Rafael Cadenas, cambiante y movediza y ahora reconocida con el Premio Cervantes 2022, permanece. Quizás porque, al fin y al cabo, como señaló hace muy poco, «todo hombre, en el fondo, es un derrotado».

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