El día de «As bestas»
El director Rodrigo Sorogoyen presenta un potente thriller rural protagonizado por Zahera, Denis Ménochét y Marina Foïs
LaLa vida que brota de las extensas parcelas verdes y las fecundas entrañas de la tierra que circunda la pequeña aldea gallega que sostiene geográfica y narrativamente «As bestas», el nuevo trabajo de Rodrigo Sorogoyen, es oscura, asfixiante, curvada y densa. A excepción de algún episodio en el que la pareja francesa protagonista contempla orgullosa cómo se hinchan las semillas, se alargan y avanzan enloquecidas agrietando las llanuras, desbordándose y transformándose en lechugas, en tomates, en alimentos completamente naturales y vivos –exentos de potenciadores químicos– que llevarse a la boca, recogen los huevos que han puesto sus gallinas o cuidan sensiblemente de su ganado, la atmósfera arranca, se desarrolla y exhala su última bocanada audiovisual abrazada a una neblina de hostilidad vecinal al estilo «Perros de paja», de violencia agazapada, de odio paladeado completamente extremo al que dan cuerpo Luis Zahera y Diego Anida a través de los hermanos Anta.
Felicidad rural truncada
Ambos llevan toda la vida en la aldea, habitando una tierra que consideran propia por derecho de nacimiento y ven en el matrimonio extranjero recién llegado integrado por Antoine y Olga y su forma ecológica y autogestionada de vida una potencial amenaza capaz de destruir sus atávicas costumbres y hacer estallar sus anquilosadas convicciones.
«Nos gusta oler a mierda», espeta en un momento determinado Zahera a Antoine (a quien da vida Deis Ménochet). Y no quieren bajo ningún concepto dejar de hacerlo. «Cuando nos topamos con la noticia real, comenzamos a alucinar con todo aquello, a leer mucho sobre la historia y a tener claro que queríamos que esa fuera nuestra próxima película; enseguida nos dimos cuenta de que no queríamos hacer una basada en hechos reales, sinoinspirada.Habíacosasquenos habían llamado la atención, por supuesto, pero primaba el respeto hacia las personas reales que conformaban la historia. Por eso –añade– nos hemos alejado de nacionalidades, de nombres, y más tarde las propias exigencias narrativas nos empujaron a tomar decisiones como la aparición del personaje de la hija, que no existió en la vida real», confiesa Isabel Peña en conversación con este periódico, cosustituyeron guionista de la cinta (que después de pasar exitosamente por Cannes viene de arrasar en el Festival Internacional de Cine de Tokio) y asidua colaboradora de Sorogoyen desde los tiempos de «Stockholm» acerca de la aproximación que se produce en la película a los hechos reales que la inspiraron y que tuvieron lugar durante el año 1997 en Santoalla do Monte protagonizados por Martin Verfondern y su mujer, Margo Pool, unos holandeses que su vida burocrática en su país natal por la felicidad rural y sostenible en este pueblo de Orense hasta que empezaron los problemas con los vecinos.
«¿Quién tiene más derecho a la tierra? ¿El que nace en ella o el que la trabaja? ¿Ambos? Ponemos en duda el discurso de quienes aseguran que tienen más derecho aquellos que han nacido en un lugar concreto, pero ponerlo en duda no significa que estemos radicalmente radicalmente en la otra posición», comenta Sorogoyen antes de añadir: «Si hay tres o cuatro consignas en la política de la extrema derecha actual, ya sea entre los propios políticos o entre los votantes, una de las que más parece calar es precisamente la que tiene que ver con el rechazo al extranjero. No los queremos, son peligrosos, hacen mal a nuestro país, a nuestra patria y seguridad. Y este tipo de pensamientos fundamentados en el miedo –subraya– entroncan directamente con la complejidad del personaje de Xan. En este sentido, hay muchos Xan en España», indica el director de «El reino» aludiendo a la xenofobia implícita del personaje de Zahera. Y es que, como advertía Amado Nervo, «el miedo es más injusto que la ira».
«¿Quién tiene más derecho a la tierra? ¿El que nace en ella o el que la trabaja?», se interroga Sorogoyen