Duquesa de Osuna: feminismo ilustrado
Representa lo que fue la nobleza de aquella época, preocupada por el desarrollo y la filosofía. La duquesa, además, abrió camino para que la intelectualidad no fuera solo cosa de hombres
GraciasGracias a María Josefa Alonso Pimentel y Borja, mujer del IX duque de Osuna, logró formar en el siglo XVIII tardío uno de los salones literarios más importantes de España, lugar de reunión de los ilustrados, en donde florecieron la cultura, el debate y la filosofía.
Nacida en 1752, fue la única de cinco hermanos que logró sobrevivir a los primeros años de vida, por lo que, al ser la única sucesora de su padre y de su madre, María Josefa tendrá la suerte de heredar una gran cantidad de títulos (hasta veinticinco títulos nobiliarios), lo que la hacía un objetivo muy deseable para los casamenteros de la época. Sin embargo, ella y su esposo se unirían por razones amorosas.
Este era Pedro de Alcántara Téllez Girón y Pacheco, el futuro (IX) Duque de Osuna, título que heredó debido a la muerte de su hermano mayor. Enamorados el uno del otro, insistieron a sus familias en que se realizara su deseado compromiso, que sucederá en 1771, cuando ella contaba con diecinueve años y él con dieciséis. El matrimonio supuso el enlace de dos de las familias más importantes del momento.
Su vida matrimonial fue feliz aunque, los primeros años, se vio tremendamente oscurecida por la sucesiva muerte de varios hijos. Al final, cuatro de los nueve que tuvieron no superaron los cinco años. A pesar de todo esto, la duquesa de Osuna siempre intentó mostrarse alegre y superar cualquier dificultad. Gracias a su dinamismo y vivacidad fue capaz de crear el ambiente cultural más prolífico de la segunda mitad de la España del siglo XVIII y principios del XIX, pues llegó a vivir ochenta y tres años. Al morir su marido, en 1807, se encargó de la casa ducal durante casi tres décadas.
Un espacio para las artes
Su hogar se convirtió en el epicentro de las reuniones de la nobleza, donde se desarrolló un ambiente centrado en la cultura y en la discusión de los principales temas que más interesaban a los ilustrados españoles: fundamentalmente todo aquello que tuviese que ver con la mejora y calidad de vida de los ciudadanos (agricultura, higiene, medicina, desarrollo científico, economía,…) y por supuesto, la filosofía. No por nada los ilustrados llamaban a su propio siglo el de los «philosophes». Aunque sería interesante analizar lo que ellos consideran por filosofía pues su pensamiento ilustrado, popularmente enaltecido, es clave para comprender nuestro presente.
El lugar de reunión, en un primer momento situado en la cuesta de la Vega, se trasladará hacia finales de siglo al palacio de El Capricho, en la alameda de Osuna, donde María Josefa se encargó de planificar, junto con el palacio, catorce hectáreas de un jardín idílico, obra de tres paisajistas franceses, hoy en día visitable. Vemos que fue una importante mecenas de las artes, no solo por la construcción de su palacio sino también por el apoyo que le prestó a Goya, encargándole una serie de retratos que realizó para la familia. El más importante, «Los duques de Osuna y sus hijos» (Museo del Prado).
La vida de la duquesa estuvo marcada por los principales acontecimientos de la época. Vivió nada menos que en los reinados de Fernando VI, Carlos III, Carlos IV, Fernando VII y hasta unos meses del de Isabel II, cuando todavía era muy niña. En los sucesos del 2 de mayo María Josefa y su familia acogieron a algunos heridos. Durante la Guerra de independencia (1808-1814) se declararon, como la mayoría, en favor de Fernando VII. Incluso su hijo mayor llegó a ser no solo partidario de las Cortes de Cádiz, sino un acérrimo constitucionalista.
En su labor más humanitaria destaca su presidencia de la Junta de Damas de Honor y Mérito, una asociación filantrópica femenina fundada en 1787 bajo la orden de Carlos III que centró sus objetivos en la ayuda a mujeres y niñas. Con esta junta por fin se daba por zanjado el tema de la admisión de las mujeres en las Sociedades Económicas. El episodio más conocido es el debate que sostuvieron personajes tan importantes como Jovellanos y Cabarrús. Procuraron la educación de las mujeres así como fomentar el trabajo femenino. Sin embargo, la labor más importante fue la de proteger especialmente a las niñas, amparándolas mediante instituciones que iban fundando, logrando así descender la mortalidad infantil, que se encontraba en un terrible 87%.