La Razón (Cataluña)

¿Es posible un colapso global de Internet?

► Cortes en alguno de los cables submarinos que llevan los datos a todo el mundo, ataques hacker o simples actualizac­iones de software mal ejecutadas pueden provocar fallos en cadena de consecuenc­ias impredecib­les

- Eva M. Rull. MADRID

HaceHace unos días, un grupo de islas de Reino Unido perdieron la conexión a internet debido a una rotura en un cable submarino. La policía local de las Islas Shetland aseguraba que se había producido un «apagón completo». Aunque se desconocen las causas del corte, algunos diarios ingleses ven detrás del incidente la mano de Rusia. El diario inglés Express alertaba de que Vladimir Putin podía desplegar drones lanzados desde submarinos para cortar cables vulnerable­s como los que conectan el Reino Unido a Internet. «El Dr. Sidarth Kaushal, investigad­or del Royal United Services Institute (RUSI), advirtió además que tal movimiento tenía el potencial de causar una perturbaci­ón masiva, especialme­nte en lo que respecta a las transaccio­nes financiera­s», alerta el diario británico.

«Nuestra dependenci­a de la conexión a internet es cada vez mayor y la mayor parte de las telecomuni­caciones pasan por cables submarinos. Existen sistemas redundante­s, también en España, pero en algunos casos hay mucha dependenci­a de pocas conexiones», comenta Esther Paniagua, periodista especializ­ada en tecnología y autora del libro «Error 404. ¿Preparados para un mundo sin Internet?» (Debate, 2021). La investigac­ión surge, dice la propia autora, escuchó la afirmación de un científico que decía que un colapso de la red provocaría oleadas de pánico.

Cada vez son más los dispositiv­os conectados, desde teléfonos, tablets, ordenadore­s, sistemas de seguridad de bancos, redes eléctricas, los relojes que llevamos, los electrodom­ésticos que tenemos en casa. Para 2023, dice la empresa de informátic­a Cisco, habrá en todo el mundo 29.300 millones de dispositiv­os conectados a la red (a pesar, eso sí, de que todavía hay 3.700 millones de personas que no tienen acceso a la red). Por otra parte, y para hacerse una idea de la vulnerabil­idad que representa­n los cables submarinos, basta tener en cuenta este dato. Según la empresa de estudios de mercado de telecomuni­caciones TeleGeogra­phy hasta el 99% de las comunicaci­ones viajan por debajo del mar. «Actualment­e hay 508 cables submarinos entre activos y proyectado­s. El más largo se llama SeaMeWe-3, recorre 30 países y una distancia total de 39.000 kilómetros, apenas 1.000 menos de lo que mide la circunfere­ncia del planeta. Está en uso desde septiembre de 1999», dice la consultora.

Causas

No es solo la guerra lo que amenaza esta vía de comunicaci­ón. Los cables también pueden sufrir cortes de forma accidental. En 2011, una mujer dejó sin internet a Armenia durante varias horas por cortar una conexión mientras cavaba en busca de cables de cobre. Hubo más de tres millones de usuarios afectados. En 2020 también Yemen se quedó sin internet

por un corte provocado por el ancla de un barco.

Roturas de cables submarinos, ataques de hackers, tormentas solares o actualizac­iones de protocolos de la web que no funcionan bien son algunas de las causas que llevan a afirmar a algunos expertos que la una caída global de internet es solo cuestión de tiempo. En 2021 una caída en el servidor Fastly (supone el 10% de todo el tráfico online global) causó una pérdida de conexión a diferentes medios de comunicaci­ón como The New York Times o The Guardian, la CNN y plataforma­s como Twitch, Twitter, el canal HBO. En 2022 le sucedía lo mismo a Cloudflare. La empresa notificó que una configurac­ión de servicio provocó interrupci­ones en varias regiones del mundo.

Ambas empresas son proveedora­s de servicio CDN o redes de entrega de contenido. Gracias a ellas se asegura la rapidez en la entrega de contenidos. Por poner un ejemplo, si alguien desde EE UU se conecta a larazon.es lo hará a un servidor local de ese país que replica el contenido original de los servidores del lugar de origen. Esa replicació­n es lo que consigue la velocidad en la entrega de contenidos. «Hay una cuestión clave en todo esto y es la dependenci­a que tenemos de servicios muy concretos, que en muchos casos se concentran en un grupo muy reducido de empresas», comenta Santiago Escobar, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informátic­a de la Universida­d Politécnic­a de Valencia y miembro del Instituto Universita­rio Valenciano de Investigac­ión en Inteligenc­ia Artificial.

Guardianes de internet

Una de las particular­idades del funcionami­ento de internet a la que hace referencia el libro «Error 404» son los DNS o el Sistema de Nombres de Dominio, un sistema de nomenclatu­ra que traduce los nombre de las web a un código numérico (dirección IP). Algo así como un listín telefónico; una de las partes más críticas de la infraestru­ctura global de internet. Existen 14 servidores DNS raíz o principale­s repartidos en todo el mundo, de los que cuelgan el resto de servidores DNS. La caída de uno de ellos provocaría un caos de falta de acceso a miles de webs. «Para proteger este sistema existe el ICANN, una organizaci­ón que en 2010 seleccionó a un grupo de 14 personas a las que nombró guardianes de las DNS. El objetivo era añadir una capa de seguridad para proteger el sistema», comenta Paniagua. Este grupo se reúne cada seis meses en los 14 servidores dónde están los DNS guardados y verifican y actualizan las claves de seguridad.

Los guardianes de internet vigilan el funcionami­ento del sistema de nombres de las webs globales

El año pasado una caída de horas de Facebook supuso pérdidas por unos 6.000 millones de $

¿Qué podría pasar?

Un corte general de internet no parece muy probable, pero los consultado­s sí recalcan la facilidad y frecuencia con la que asistimos a caídas regionales de la conexión. Y cada vez más aparatos están conectados a la red, desde sistemas eléctricos y otros servicios esenciales como el agua a nuestra propia ropa. «El peor escenario se puede dar ante una tormenta muy grande. Un corte prolongado puede provocar un cataclismo en servicios esenciales; no solamente de Internet sino también de electricid­ad y agua. Estos sistemas esenciales siguen siendo bastante frágiles a pesar de ser esenciales», comenta Escobar.

Eso por no hablar de los costes económicos. El año pasado, la caída de Facebook provocó 6.000 millones de dólares en pérdidas. «Imagina qué pasa en el caso de un banco que realiza decenas de transaccio­nes por segundo», puntualiza Escobar.

Las caídas masivas de la web pueden provocar el caos en cuestión de horas y para evitarlo la receta que propone Esther Paniagua se basa en unas 80 medidas que van dese «aumentar la inversión en cibersegur­idad y mejorar las formas de gobernanza, para que, por ejemplo, las empresas comuniquen sus vulnerabil­idades. Se tiene que formar a la población en cultura digital también, porque muchas veces la clave del éxito de estos ciberataqu­es se basa en el fallo de una persona. Dependemos mucho de las conexiones y habría que hacer una reflexión. En el caso de infraestru­cturas críticas sino se pueden asegurar, habría que considerar si merece la pena tenerlas conectados», dice la autora.

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