La Razón (Cataluña)

«Los brasileños conocen más Miami que la Amazonía»

Lalo de Almeida Premio World Press Photo 2022

- Laura Cano. MADRID

LaloLalo de Almeida (Sao Paulo, 1970) ha dedicado gran parte de su trayectori­a como foto periodista are tratar y denunciar el proceso destrucció­nde la A mazo nía brasileña. Su trabajo «Distopía amazónica» le ha llevado a ganar el World Press Photo 2022 al Proyecto a Largo Plazo. El Centre de Cultura Contemporà­nia de Barcelona acoge hasta el 11 de diciembre la exposición con las fotografía­s ganadora sy la Casa Seat celebró, el pasadovier­nes, una conferenci­a donde Almeida aportó su visión sobre la realidad de la región, tras atender a LA RAZÓN en una entrevista.

Su trabajo comienza hace 10 años. ¿Cómo ha evoluciona­do la Amazonía en esta década?

Empecé en 2012, interesado por la construcci­ón de la hidroeléct­rica de Belo Monte. Fui por casualidad para cubrir el tema para un periódico brasileño y vi lo que estaba pasando entendí el proceso de ocupación de la Amazonía. Vi con mis ojos que lo que había leído en los libros de historia continuaba desde hace 500 años; desde la ocupaciónp­ortuguesa. Ese modelo de extracción, de depredació­n, se lleva repitiendo desde los tiempos de la colonizaci­ón. La Amazonía sigue siendo vista como un medio proveedor de materias primas para el resto de territorio. Sin pensar en el bienestar de los pueblos originario­s que la habitan ni en la preservaci­ón de la naturaleza. Belo Monte fue el punto de partida para fotografia­r otros proyectos de ocupación, como la carretera transamazó­nica. A su alrededor hay todo tipo de crímenes e ilegalidad­es, la extracción de oro, extracción ilegal de madera…

¿Qué supone la llegada de Jair Bolsonaro a la presidenci­a?

La destrucció­n venía de antes, pero se aceleró. Principalm­ente por dos motivos: uno, que se eliminaron medidas de fiscalizac­ión ambiental que funcionaba­n como contrapeso del modelo destructiv­o. Y dos, el impacto más grande, que fue su discurso. Él ve el medio ambiente como un obstáculo para el desarrollo e incentivó cualquier tipo de actividad ilegal en la Amazonía. Por lo tanto, las personas que se encontraba­n edificando en lugares públicos, cometiendo ilegalidad­es, se sienten empoderada­s, como si tuviesen un salvocondu­cto para hacer lo que quisieran. Si el presidente me apoya, ¿quién estará en contra? Las organizaci­ones que luchaban en contra de la destrucció­n, la comunidad indígena e, incluso los periodista­s que estábamos allí, comenzamos a ser vistos como enemigos. Y los criminales que estaban practicand­o actividade­s ilegales eran vistos como las personas que traían desarrollo para el lugar. Hubo una inversión completa de valores.

La cuestión es económica...

Sí, la gestión de la Amazonia no es mera mente ambiental, es una gestión socio ambiental. La vida de muchos pueblos depende de estas actividade­s ilegales para su superviven­cia. Son personas que en su mayoría no tienen estudios, no pueden optar a mejores trabajos, con lo cual acaban aceptando cualquier tipo de actividad para poder sobrevivir. Si cogemos los 10 municipios más pobres en todo Brasil, con peor índice de desarrollo humano, 8 se encuentran en la región de la Amazonía. Pobreza y deforestac­ión están completame­nte conectadas; no es posible acabar con una sin resolver la otra. Hace falta que el Estado ayude a crear un nuevo modelo de desarrollo que aporte ingresos, manteniend­o la naturaleza intacta.

¿Qué espera del cambio de gobierno y de la llegada de Lula?

Espero que una agenda mucho más positiva para el medio ambiental. Mi idea es fotografia­r esos cambios que se esperan para la región amazónica a través de nuevas políticas públicas y cómo impactarán en las comunidade­s locales. Espero, y sé que no existen milagros, que todo cambie. Porque el problema no es solo un gobierno, es una mentalidad; una cultura que está impregnada en la mente de los brasileños que ven la Amazonía como un lugar distante, como una colonia.

¿Hay más preocupaci­ón por la Amazonia fuera de Brasil?

Con certeza. Los brasileños conocen más Miami que la Amazonía. El sur siempre ha estado desconecta­do del norte. Viajar a la región amazónica es caro y los que pueden, eligen otros destinos. Es por eso que premios como el World Press Photo son tan importante­s. Yo trabajo en un periódico brasileño y el interés es muy pequeño: contar con la presión global puede llevar a la acción.

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EDUARDO KNAPP

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