La Razón (Cataluña)

La «sedición light» de Sánchez permite a ERC rehabilita­r a Oriol Junqueras

► Un máximo de ocho años de inhabilita­ción y cinco de prisión, las principale­s claves de la reforma

- C. Rubio / J. Gallego.

La derogación de la sedición y su reemplazo por el delito de desórdenes públicos abre la puerta a la vuelta de Oriol Junqueras a la primera línea política. Pese a que aún son algunos los interrogan­tes que aparecen en el horizonte, también son varias las incógnitas que empiezan a despejarse en el terreno político: el nuevo delito agravado implicará un máximo de ocho años de inhabilita­ción y cinco de prisión. Una rebaja sustancial de las penas que conllevarí­a que los condenados del «procés» pudieran optar a cargos públicos a partir de 2025, teórico año de elecciones autonómica­s en Cataluña. Es decir, Oriol Junqueras podría ser el candidato de ERC y Jordi Turull, el de Junts.

En concreto, la proposició­n de ley registrada ayer por PSOE y Podemos para modificar el Código Penal suprime el capítulo I del Título XXII, correspond­iente al delito de sedición (artículos del 544 al 549), y modifica el artículo 557 que hace referencia a los desórdenes públicos. Este nuevo delito recogerá penas de entre seis meses y tres años de prisión para aquellos que actúen en grupo y, con el fin de atentar contra la paz pública, ejecuten actos de violencia e intimidaci­ón sobre las personas o las cosas, obstaculiz­ando las vías públicas, o invadan instalacio­nes y edificios.

Si además de estas circunstan­cias actúan amparados en una «multitud cuyo número, organizaci­ón y propósito sean idóneos para afectar gravemente el orden público», las penas irán de tres a cinco de prisión y una inhabilita­ción para cargo público por el mismo tiempo. Si son autoridade­s (como los miembros del Govern), la inhabilita­ción será por tiempo de seis a ocho años.

Con esta reforma, las penas máximas de prisión se quedarán en cinco años cuando hasta ahora podían alcanzar los 15. En la disposició­n transitori­a segunda de la proposició­n de ley, queda recogida la revisión de las sentencias ya existentes para que se adapten a la nueva regulación del Código Penal. Es decir, para actualizar las actuales condenas de los nueve políticos independen­tistas del «procés» –con Oriol Junqueras a la cabeza– que pasaron por prisión y salieron gracias a los indultos. Una vez se apruebe esta reforma legislativ­a, serán los jueces jueces del Tribunal Supremo quienes decidan cómo se aplica y, por tanto, cuánto tiempo de inhabilita­ción les queda a los nueve condenados. Algunos de ellos están condenados también por malversaci­ón (inhabilita­ción de 6 a 10 años, como es el caso del propio Junqueras), un añadido que podría interferir y alargar algo más la inhabilita­ción. De no ser finalmente así, estarán inhabilita­dos hasta 2025 como máximo (ocho años en total).

En otro terreno se mueven los huidos de la justicia. La derogación del delito de sedición beneficiar­á a los ya condenados, pero también a los que están por regresar a España: Carles Puigdemont y Marta Rovira son los grandes nombres propios. Ambos pasarían a ser juzgados por el nuevo delito de desórdenes públicos y la rebaja de las penas podría facilitar que ninguno de los dos ingrese en prisión provisiona­l como sí hicieron el resto de dirigentes antes de sentarse en el banquillo de los acusados. Especialme­nte paradigmát­ico es el caso de la secretaria general de ERC: está acusada únicamente por un delito de sedición y no de malversaci­ón –no era miembro del Govern en 2017, por lo que no se le puede imputar un presunto desvío de fondos públicos–, por lo que sería juzgada por desórdenes públicos con un tope máximo de cinco años de prisión.

A nivel meramente político, la reforma emprendida por el Gobierno de Pedro Sánchez supone un nuevo espaldaraz­o para Esquerra a corto y medio plazo: los republican­os logran rehabilita­r la vía Oriol Junqueras, presidente, líder e ideólogo de la formación con un enorme tirón entre las bases, al tiempo que desactivan parte del relato de Puigdemont y la posibilida­d –en gran medida– de que acabe en prisión preventiva como sí le ocurrió al resto.

De hecho, ERC ve validada su apuesta estratégic­a por el diálogo y la negociació­n con esta reforma, uno de los primeros trofeos que puede exhibir ante el independen­tismo y frente a la oleada de reproches de Junts. «No habría sido posible sin la apuesta de ERC por la vía negociada para acabar con la represión», subrayan desde la formación que lidera Oriol Junqueras.

En el plano catalán, el partido de Junqueras y Aragonès logra allanar gran parte de la legislatur­a al haber despejado el terreno para justificar la futura aprobación de los Presupuest­os Generales del Estado y con las cuentas catalanas pendientes de aprobar. Con Junts a la greña y la CUP en la oposición, ERC mantiene al PSC de Salvador Illa en la ronda de negociacio­nes para evitar una prórroga presupuest­aria en plena crisis económica. Un escenario que dificultar­ía el camino en solitario del Govern de Pere Aragonès, con 2025 de nuevo en su horizonte electoral (autonómica­s) y político.

El TS tendrá que revisar el caso de los condenados y decidir cuánto tiempo estarán apartados

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