El despilfarro no debe ser justificado
► La UE ha lanzado una propuesta sobre el déficit que pone en peligro el euro y perpetúa los desequilibrios estructurales
ElEl déficit estructural de España –el que se genera crezcas o no- se ha disparado incluso con ingresos récord por el exceso de gasto y la falta de responsabilidad fiscal. El agujero ha pasado de un 2,5% del PIB a casi un 5%, 60.000 millones de euros anuales de mayor endeudamiento, según datos del FMI.
El déficit estructural es una aberración económica de estados que siempre piensan que gastan poco y usted gana demasiado. Pero, sobre todo, es muy antisocial. Es pasar el coste del despilfarro actual a los más jóvenes, que lo pagarán con más inflación, peores salarios reales o más impuestos. O las tres.
La Comisión Europea ha lanzado una propuesta que pone en peligro al euro y blanquea el populismo, permitiendo el exceso de gasto con reglas que perpetúan desequilibrios estructurales. El error de diagnóstico es evidente. La Comisión ha comprado el falso argumento de que la austeridad fue el problema en la crisis de 2011 y que eso fue lo que disparó los populismos. Primero, cualquier análisis serio muestra que en Europa no hubo «austeridad» sino moderación presupuestaria tras años de exceso. Hablar de austeridad cuando se ha pasado de un gasto público en la eurozona del 45,6% del PIB en 2007 a un 52,4% es una broma. En España en 2007 ese gasto era un 41% del PIB y en 2017 el mismo. Se llamó austeridad a la moderación en el ritmo de aumento del gasto.
La política fiscal de la eurozona no ha combatido el populismo. Lo ha blanqueado. En toda la eurozona, y en España en particular, hay partidos que se han lanzado a una vorágine de gasto vanagloriándose de que «en esta crisis se han hecho las cosas de otra manera».
La Comisión parece confundir dar facilidades para reformas estructurales con dar barra libre para evitarlas. Y eso es lo que ha ocurrido. Los últimos tres años se ha despilfarrado el mayor estímulo fiscal y monetario de la historia para aumentar masivamente el gasto político. Cambiar las normas fiscales de la UE para que los Gobiernos «negocien sendas individuales de reducción de la deuda vinculadas a reformas e inversiones» es caer en el mismo engaño. Dar la patada hacia delante, permitir que el despilfarro se extienda esperando que esta vez salga bien. Es aún peor. En el momento en el que se descuentan «inversiones» controladas por los mismos estados que han gestionado de manera atroz el plan Juncker y los fondos europeos están abriendo la puerta a un descontrol mucho mayor. No sorprende que hayan saltado las alarmas. Cualquiera puede entender que condicionar a negociaciones individuales lleva a los Gobiernos a retrasar decisiones difíciles, que es lo que está pasando en España.
El vicepresidente de la Comisión, Valdis Dombrovskis, ha comentado que el objetivo es dar «mayor margen de maniobra para la reducción de la deuda, pero combinado con una aplicación más estricta». Y cualquiera que conozca la eurozona y España en particular sabe que es un incentivo perverso a disparar los desequilibrios en tiempos de bonanza y luego decir que las exigencias son demasiado difíciles.
El Gobierno dice que las normas actuales se centran en el déficit estructural de un país, que es un dato de difícil cálculo que además puede sufrir importantes revisiones. ¿No les parece curioso? Dicen que es un dato complejo y ampliamentrar te revisable los que han disparado ese déficit. Si les parece complejo y sujeto a fuertes revisiones, ¿por qué no implementan un sistema de control máximo del gasto?
En el centro de todo este engaño se encuentra la falacia de que el déficit se reduce vía ingresos o gastos y en la mayoría de los casos con una combinación de ambos. No. El déficit es siempre un exceso de gasto. Porque los gastos son consolidados y anuales y los ingresos cíclicos. Es peor. En España se ha demostrado que cuando hay crisis, elgobiernogastapara«combatirla» y cuando hay bonanza gasta mucho más de lo que ingresa porque «hay que invertir y crecer».
Dar siete años a gobiernos despilfarradores para controlar las cuentas es, literalmente, dar barra libre para disparar los desequilibriosfiscales.Siemprevanaenconuna desequilibriosfiscales.Siemprevanaenconuna excusa, y en las negociaciones con la Comisión ya han empezado a decir que si el cambio climático, etc. Siempre hay una razón para gastar más dinero de los contribuyentes. La inclusión de la inversión pública es además una forma de hacer imposible que se encaucen las cuentas públicas. La propensión a «invertir» en actividades y empresas sin rentabilidad económica real es elevadísima.
Si no nos damos cuenta de que el exceso público lleva a estancamiento, menor inversión productiva y peores salarios nos enfrentamosaponerenpeligrolaestabilidad del euro –ya que se continuaría monetizando una gran parte, y destruyendo el poder adquisitivo de la moneda- y de la eurozona, porque llegará un momento en el que los países que pagan esta locura digan «basta».
Se confunde dar facilidades para reformas con barra libre para no hacerlas
Los gobiernos, como está pasando ya en España, retrasarán las decisiones más difíciles