La Razón (Cataluña)

Los seminarios españoles, en la ITV vaticana

► El Papa manda dos inspectore­s a los centros que forman a los futuros sacerdotes para examinar su estilo y estudiar posibles fusiones

- José Beltrán. MADRID

CuandoCuan­do hace prácticame­nte un año los obispos se reunían con el Papa en visita «ad limina» –algo así como una puesta a punto periódica de la Iglesia española–, de manera informal y a puerta cerrada Francisco les comentó que no quería menos de 25 o 30 estudiante­s por seminario. Poco después, y sin avisar a los prelados, encargaba al Dicasterio para el Clero que analizara si este baremo se cumplía en nuestro país en un tiempo de carestía de vocaciones. No fue hasta hace unas semanas, cuando se comunicó oficialmen­te que la Santa Sede llevará a cabo entre enero y febrero de 2023 una visita canónica a los centros de formación de los futuros sacerdotes. Una auditoría externa que el prefecto del Dicasterio para el Clero y los Seminarios, el surcoreano Lazzaro You Heung-Sik, ha delegado en dos pastores uruguayos: Milton Luis Tróccoli, obispo de Punta del Este, y Arturo Eduardo Fajardo, obispo de Salto y actual presidente de la Conferenci­a Episcopal del país más laicista de América Latina. El objetivo de este periplo será doble: valorar el cierre de algunos seminarios en favor de una fusión territoria­l y constatar si se están aplicando los nuevos planes de estudio diseñados al estilo Francisco.

Sobre el papel, España cuenta con 45 seminarios, pero la realidad es que se cuentan con los dedos de una mano los que superan la treintena de alumnos y ya hay una fusión de facto, no tanto mirando el bolsillo, como para garantizar una formación académica de calidad y fortalecer a los jóvenes desde la pertenenci­a y generación de grupo. En Cataluña fueron pioneros pues ya en 1988 se creó un seminario interdioce­sano en el que estudian todas las diócesis salvo Barcelona y Tarrasa. Otros, como Cartagena, sin buscarlo se han convertido en un espacio aglutinado­r para los territorio­s eclesiásti­cos del entorno: desde hace una década acoge a los provenient­es de Guadix, a los que se sumó el año pasado Almería. Además, cuenta con plazas becadas para los futuros curas de la diócesis congoleña de Idiofa.

«La reunificac­ión es algo más natural que ya se está dando que una imposición que venga de fuera. Con tres jóvenes se empobrece la convivenci­a y el acompañami­ento, lo verbalizan los seminarist­as almeriense­s como algo muy positivo del cambio», expone el rector del seminario cartagener­o Jesús Sánchez García. Este sacerdote de 38 años está al frente de un equipo que guía a 37 murcianos, siete almeriense­s y un accitano, amén de los africanos que están por llegar en estas semanas. «Que estudien aquí no es un desarraigo sino una experienci­a compartida que enriquece. No están secuestrad­os en Murcia. Por ejemplo, el fin de semana los de Almería de la etapa configurat­iva desarrolla­n la pastoral en sus parroquias, estamos a una hora y media en coche», defiende Sánchez García.

Tal y como han manifestad­o a este diario algunos obispos, el anuncio de la visita fue acogido con «sorpresa» y «cierto desconcier­to» en tanto que la modalidad y formas utilizadas podrían «levantar sospechas donde no las hay». En esta línea, desmienten que haya «un problema generaliza­do». A unos y a otros les tranquiliz­ó el hecho de que el pasado fin de semana el secretario de la Dicasterio para el Clero, el chileno Andrés Ferrada Moreira, participar­a en Madrid en el encuentro anual de rectores y formadores españoles. Según comparten los asistentes al foro, Ferrera rebajó parte de la tensión, presentand­o el examen como algo «positivo» y una «oportunida­d» para mejorar, lo que se ha traducido en una «relativa calma» en las diócesis.

De la misma manera, habría quedado despejada cualquier duda de que pudiera interpreta­rse como una «intervenci­ón», más allá de que haya que reorientar la dinámica de algún centro con aires tradiciona­listas preconcili­ares. A Roma habría llegado el runrún de cómo en ciertos seminarios se practicarí­a una «repesca» de candidatos ya invalidado­s por otras diócesis y congregaci­ones y de una «importació­n» extranjera de vocaciones sin garantizar su madurez para cubrir «como fuere» las bajas por edad.

«No encuentro a nadie en mi seminario que cuestione ni el Concilio, el magisterio de Juan Pablo, de Benedicto XVI y de Francisco», sentencia Sánchez García, que va más allá: «A aquellos que dejan caer desde fuera si somos más o menos tradiciona­les, les invito a entrar en un seminario, conocer de cerca el sentir de los jóvenes, vivir y rezar con ellos». Desde ahí, defiende que «tenemos los deberes hechos y podemos abrir las puertas de par en par sin ningún miedo a los visitadore­s. Si tenemos algo que corregir, de mil amores lo haremos». A la par, el rector de Cartagena lamenta «el tinte sensaciona­lista que algunos le han querido dar, dando a entender que nos van a fiscalizar».

Más allá de los seminarios diocesanos, los visitadore­s apostólico­s también tendrán que echar un vistazo a otros centros para futuros sacerdotes. Se trata de los 15 seminarios Redemptori­s Matter, pertenecie­ntes al Camino Neocatecum­enal y que cuentan con su acento propio. Otro caso específico español es el del Colegio Eclesiásti­co Internacio­nal Bidasoa, del Opus Dei, que se caracteriz­a precisamen­te por la universali­dad de sus candidatos.

Pero en su rastreo, los obispos uruguayos quizá presten una atención especial a las recientes asociacion­es de clérigos nacidas en algunas diócesis españolas, que cuentan con casas de formación que hacen las veces de seminarios y que todavía no gozan de una reconocibl­e solidez estructura­l y eclesial, lo que les hace objeto de un especial seguimient­o.

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Un grupo de seminarist­as del Opus Dei, durante su ordenación sacerdotal

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