La Razón (Cataluña)

En el corazón de Dios

- Juan José Omella Cardenal Arzobispo de Barcelona

HoyHoy la Iglesia celebra la VI Jornada Mundial de los Pobres. El lema del mensaje de este año es: «Jesucristo se hizo pobre por vosotros (cf. 2Co 8,9)». Tal como nos dice el papa Francisco, esta Jornada puede ser una oportunida­d para «ayudarnos a meditar sobre nuestro estilo de vida y sobre tantas pobrezas del mundo presente» (n.1).

Para ello, el Papa nos invita a reflexiona­r sobre un precioso texto del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto (2Co 8,1-9,15). El apóstol, en una visita a Jerusalén, se encuentra con Pedro, Santiago y Juan. Estos le explican que la comunidad cristiana de Jerusalén está pasando por graves dificultad­es económicas.

San Pablo, sin pensarlo dos veces, decide organizar una colecta en Corinto a favor de sus hermanos de Jerusalén. Cada domingo recogen lo que han conseguido ahorrar durante la semana y lo dan de corazón a los más necesitado­s de Jerusalén.

Sin embargo, a medida que pasa el tiempo la generosida­d disminuye. Es por ello que san Pablo decide escribir de nuevo a los corintios para animarlos a seguir compartien­do sus bienes con los más pobres. El apóstol les pide que se fijen en el estilo de vida de Jesús. Él lo dio todo. Él regaló su amor inmenso, su riqueza ilimitada, a todos los seres humanos, especialme­nte a los más necesitado­s. Como nos dice el evangelist­a Lucas, Dios ha enviado a Jesús a ser buena noticia para los pobres, a liberar a los cautivos y a poner en libertad a los oprimidos (cf. Lc 4,18).

San Pablo nos invita a ser solidarios con los necesitado­s. En este sentido, añade una observació­n importante. Compartir nuestros bienes con nuestros hermanos es un signo de amor. Es por ello que nos dice: «Cada uno dé como le dicte su corazón: no a disgusto ni a la fuerza, pues Dios ama al que da con alegría» (2Co 9,7).

Cuando acogemos en nuestro corazón el mensaje del Evangelio descubrimo­s que el pobre ocupa un lugar especial en el corazón de Dios. Dios se conmueve ante las injusticia­s y escucha el lamento de los más vulnerable­s. Ojalá que la meditación atenta de la Palabra de Dios nos anime a poner a los pobres en el centro de nuestra vida.

Los pobres nos evangeliza­n porque nos ayudan a afrontar nuestros miedos y miserias y a darnos cuenta de lo que realmente es esencial en la vida: el amor verdadero y gratuito (cf. n.8). Sepamos acercarnos a ellos con respeto y prudencia.

Queridos hermanos y hermanas, pidamos al Señor que la celebració­n de esta Jornada Mundial de los Pobres nos estimule a crear comunidade­s en las que los últimos sean los primeros. Que Santa María, madre de los pobres, nos enseñe a estar al lado de los crucificad­os de nuestro mundo.

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