Ucrania apunta a Chaplynka, un punto clave en la ruta de Crimea
► Occidente teme que las ganancias ucranianas puedan llevar al presidente Putin a una escalada nuclear
Con los rusos fuera de la ciudad de Jersón, la gran interrogante es qué pasará ahora. Occidente teme que la derrota y el avance continuado de las fuerzas ucranianas puedan llevar a Vladimir Putin a una escalada que contemple la opción nuclear. Con la guerra lejos de terminar, el otoño y el duro invierno se prevén complejos en ambos frentes. Con una opinión pública controlada y sin opción de réplica dentro del país, una guerra que se extienda por varios meses más entra en los planes de Putin. Entre su estrategia está el buscar que el paso del tiempo doblegue la ayuda de Occidente a Ucrania, cerrando el grifo a la ayuda financiera y militar. Ahora, si bien los militares en reserva y fruto de la movilización parcial fueron soldados sin experiencia y con una precaria formación de un par de semanas, el Kremlin pronostica que para primavera podrá tener otro batallón entrenado y equipado para reforzar una ofensiva mucho mayor.
Por ahora, el control de Jersón es probablemente el avance estratégico más importante desde el comienzo de la guerra, pero después de las celebraciones y la sensación de alivio de los ciudadanos que vivieron bajo el yugo ruso, la cautela y cierta inquietud sobre lo que sucederá a partir de ahora inunda el país. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, advirtió que, si bien las unidades militares habían llegado a la ciudad de Jersón, todavía estaba en marcha un despliegue completo para reforzar las tropas de avanzada y recordó que cerca del 70% de la región de Jersón sigue bajo control ruso. «Estamos ganando batallas sobre el terreno, pero la guerra continúa», dijo el ministro de exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, desde Camboya, donde asistía a una reunión de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático.
Con la ciudad de Jersón bajo control ucraniano, las fuerzas rusas se apresuraron a alejar sus activos vulnerables de la nueva línea del frente a través del río Dniéper. Dejando una vía más accesible al Ejército ucraniano para apuntar a los depósitos de armas y centros logísticos rusos en el extremo sur de la provincia de Jersón, en dirección a la península de Crimea. Según los servicios de inteligencia, el camino natural para las fuerzas ucranianas tienen como siguiente
gran objetivo Crimea. La posible ruta sigue por la fortificada Chaplynka, a 100 kilómetros al sureste de Jersón; si Ucrania logra avanzar su siguiente parada sería Armyansk, la puerta de entrada a la península. En las últimas horas numerosas publicaciones en redes sociales de habitantes de la zona informaron que la fuerza aérea rusa estaba trasladando sus helicópteros desde un aeródromo en la ciudad de Chaplynka, donde habían estado situados durante los últimos ocho meses, a supuestamente lugares más seguros. Canales locales de Telegram informaron de detonaciones en el área de Chaplynka, ocupada por los rusos. «Seguimos recibiendo informes sobre potentes explosiones. Lo más probable es que las Fuerzas Armadas de Ucrania eviten que los orcos (en referencia a los rusos) construyan fortificaciones. No se acerquen a las ventanas. Nos han informado que las explosiones están cerca del aeródromo», anuncia el mensaje enviado.
Los sistemas de artillería de alta precisión Himars, suministrados por Estados Unidos, tienen un alcance de unos 90 km, y Chaplynka está por primera vez a su alcance. Todavía no se sabe si las explosiones reportadas fueron el resultado de un ataque ucraniano y qué instalaciones podrían haber sido atacadas. La derrota sufrida en Kyiv, cuando abandonó su ofensiva a finales de marzo y ahora en Jersón, son hasta ahora fracasos tolerables para el Ejército ruso. Occidente teme que las fuerzas que presionan hacia Crimea puedan hacer que Putin entre en pánico y utilice armas nucleares. La pérdida de la península es una amenaza existencial para su poder y una derrota de la que no podría recuperarse. Las amenazas de ataques nucleares contra Ucrania se han repetido constantemente desde 2014. Las fuerzas armadas rusas practican ataques nucleares como parte rutinaria de los ejercicios militares y hasta ahora esa retórica ha funcionado para hacer que los países de la OTAN tengan miedo de ayudar a Ucrania, proporcionándoles algunas armas pero no otras por temor a una escalada atómica.
El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, llamó hace unas semanas a sus homólogos estadounidenses, británicos y franceses para acusar a Kyiv de preparar un ataque nuclear, lo que se teme es que sea Rusia quien esté detrás.