La Razón (Cataluña)

Por si creían haberlo leído todo

- José María Fuster Fabra

UnUn individuo llega a un restaurant­e en Barcelona y según la noticia se encuentra con la tragedia de que la carta no está en catalán. Según el mismo digital de tendencia nacionalis­ta, pide la hoja de reclamacio­nes, aquí me paro porque según se refiere no se la dan, personalme­nte conozco ese restaurant­e y yo por lo menos no me lo creo, el caso es que entonces el hombre muy enfadado llama al teléfono de emergencia­s el 112, es decir el mismo que se utiliza cuando entran a robar en una casa, se ve un peligro de agresión etc.

El 112 desvía la llamada a los mossos d´esquadra, quienes cometen el gran sacrilegio de no considerar la intervenci­ón urgente y no envían una patrulla.

En vista de que la patrulla no llega, a los quince minutos vuelve a llamar al 112 y a pedir que aparezcan los mossos ante una situación de tal emergencia.

La noticia no especifica si los mossos fueron o estaban haciendo algo menos relevante como evitar un atraco.

Más adelante un diputado de Ciutadans en el Parlament, le pregunta al Conseller d´Interior sobre el abuso de la utilizació­n de este servicio de urgencia para algo así, el Conseller responde que de abuso nada y poco más o menos que el hombre hizo muy bien en requerir al 112.

Hasta aquí la historia, repito referida en un digital nacionalis­ta bajo el titulo; «Revés a Ciutadans».

Yo no se qué pensarán ustedes, pero a mí me reafirma el pensar que lo peor del «procés» no es nada de lo que sale en los periódicos, sino las secuelas que ha dejado en algunos tras el fracaso de la republique­ta, cuando ven que a los cinco años de su solemne proclamaci­ón, aquí siguen entre otros la Policía Nacional, la Guardia Civil, y la Bandera de España, que los suyos no tuvieron cataplines para arriarla ni el día que proclamaro­n la independen­cia.

Por otra parte y volviendo a la historia uno no puede por menos que preguntars­e si el día que en un restaurant­e el cordero no esté suficiente­mente hecho, uno puede acabar exigiendo la presencia de los mossos, los pobres, queridos y tan maltratado­s mossos por sus propios políticos, que son capaces en lugar de comprarles material que necesiten para su trabajo, el día menos pensado acabar montando furgonetas cocina con servicio de traducción de carta alimentari­a.

Eso sí, aquí me quedo, no sea que tenga que acabar defendiend­o al mosso que no apreció con suficiente grado de sensibilid­ad la emergencia lingüístic­o/alimentari­a.

El hombre, muy enfadado, llama al teléfono de emergencia­s

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