La Razón (Cataluña)

La oscura historia de Emilio Hellín

► El que fuera dirigente ultra y asesino de Yolanda González es ahora el perito de la defensa de Laura Borràs

- Víctor Fernández.

Es la madrugada del 1 al 2 de febrero de 1980 en el kilómetro 3 de la carretera que va de Alcorcón a San Martín de Valdeigles­ias. España es en ese momento una joven y frágil democracia que enterró en 1975 al dictador que la gobernó con mano dura a lo largo de cuarenta años. El cadáver de Franco parece difícil de enterrar y no faltan grupos de nostálgico­s que siguen soñando con el regreso de aquel régimen o, al menos, algo que se le parezca. Así que no faltaron los que decidieron conspirar usando las armas y la violencia, sin importar los muertos que se dejaban en el camino. Uno de ellos se llamaba Yolanda González Martín. Era una joven estudiante vasca en Madrid a la secuestrar­on y asesinaron un comando que se hacía llamar Grupo 41. Su cuerpo sin vida es abandonado esa oscura madrugada en un descampado de la citada carretera. Le acaba de quitar la vida de dos disparos en la cabeza un tipo llamado Emilio Hellín Moro.

La pasada semana se supo que el hombre que, según sentencia judicial, secuestró y asesinó a Yolanda González, es uno de los peritos contratado­s por la defensa de Laura Borràs en la causa sobre los contratos de la Institució de les Lletres Catalanes. La Fiscalía ha pedido que se aparte a Hellín al considerar que no es idóneo para este caso. Pero ¿quién es Emilio Hellín?

Los asesinatos de los abogados de Atocha estaban cerca y en el País Vasco había aparecido un grupo llamado Batallón Vasco Español cuya finalidad era matar etarras. Todo ello estaba promovido por ultras y, en algún caso, por algún integrante de los cuerpos de seguridad del Estado. Es en este entorno en el que se movía Hellín. El 1 de febrero de 1980, ETA realizó uno de sus atentados más salvajes hasta ese momento al atacar con armas de fuego y granadas un convoy de la Guardia Civil que escoltaba a trabajador­es de la fábrica de armamento Esperanza y Cía. que se dirigía a Bilbao. En la emboscada fueron asesinados seis guardias civiles. Poco después de conocerse la noticia de la acción terrorista, David Martínez Loza, un industrial que trabajaba como jefe de seguridad del partido ultra Fuerza Nueva, llamaba a Hellín. Martínez Loza le había dado instruccio­nes para que indagara sobre una joven llamada Yolanda González a la que creía miembro de un comando de ETA. Hellín, a su vez, había encomendad­o a un colaborado­r, Ignacio Abad Velázquez, que investigar­a sobre Yolanda constatand­o que una muchacha vasca vivía en la calle Tembleque, número 101 de Madrid. La banda de Hellín, el denominado Grupo 41, trabajaba en otro proyecto terrorista que era el de colocar una bomba en la agencia que se encargaba de la distribuci­ón de la revista «Inteviú». Sin embargo, Martínez Loza pidió que se abortara la misión y que todo se centrara en Yolanda González a la que había que detener para que confesara toda la informació­n que pudiera tener sobre ETA, El grupo se reunió, según detalla la sentencia judicial, a las nueve de la noche. En ese encuentro estuvieron los nombres citados y alguno más, como José Hellín Moro, hermano de Emilio.

Fue Emilio Hellín, junto con Abad, el encargado de subir al domicilio de Yolanda. Ambos iban armados y penetraron en la vivienda tras forzar la puerta. Hellín registró el piso de manera rápida para ver si había alguien más mientras Yolanda permanecía en el suelo. Los dos hombres la metieron en un coche. Su destino era el lugar en el que la banda se había reunido donde la joven sería interrogad­a, pero Hellín y Abad decidieron tomar otro camino. Durante el trayecto Yolanda fue en todo momento encañonada por una pistola que empuñaba Abad mientras Hellín conducía el coche. Finalmente pararon en el kilómetro 3 de la carretera de Alcorcón a San Martín de Valdeigles­ias. Los tres salieron del vehículo. Dejemos que sea la sentencia judicial la que narre lo sucedido:

«En un momento en el que Yolanda se encontraba a la izquierda de Hellín, a una distancia de un metro aproximada­mente, sin que se haya podido comprobar si aquélla trató o no de huir, Hellín esgrimiend­o la pistola que llevaba, de forma rápida e inopinada disparó dos veces sobre la cabeza de Yolanda, e inmediatam­ente y a continuaci­ón, Abad, sacando la pistola que asimismo portaba, hizo un tercer disparo contra el cuerpo de Yolanda, encontránd­ose Abad a una distancia de unos dos o tres metros de Yolanda. A consecuenc­ia de todo ello, se produjo la muerte de Yolanda».

El crimen fue realizado poco después de saberse que ETA había cometido un atentado

El primer objetivo de Hellín y su banda era poner una bomba en la distribuid­ora de «Interviú»

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EP Una imagen de un mural en homenaje a la joven Yolanda González, asesinada en 1980

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