El precedente político
EnEn los estados democráticos nada es inamovible. Las instituciones cambian, las leyes son modificadas, derogadas o sustituidas por otras nuevas. La cuestión es la motivación por la que se actúa y sus consecuencias. Pedro Sánchez se la ha vuelto a jugar a cara o cruz. Para el PP, se confirma que la negociación del CGPJ era una trampa contra Feijóo; para los independentistas de ERC, es una victoria clara de sus posiciones Y los de Puigdemont tienen más reservas, pero reconocen que la reforma no les va mal.
El Gobierno ha salido en bloque defendiendo su posición. El primer argumento esgrimido se centra en tachar de anacrónico el delito de sedición y argumentar la necesidad de europeización el Código Penal. Pero no han podido evitar sospechas por el momento elegido y las prisas. Se les acusa detener más que ver con las exigencias de los independentistas para garantizarle a Sánchez un año más en la Moncloa que con los intereses de país. Los recelos aumentan cuando se plantea también la modificación de la figura de malversación. Son las exigencias que ha puesto encima de la mesa Junqueras para poder ser candidato ala Generalitat.
Sánchez nunca toma una decisión por razones ideológicas, siempre existe un cálculo previo. Lo evidente es que, si no necesitase los votos de ERC, no habría iniciado esta reforma. Entre considerarla un servicio al bien común o a los intereses de Sánchez, la navaja de Ockham indica que lo segundo.
En cuanto a las consecuencias, los independentistas no han renunciado, ni lo van a hacer, a que Cataluña abandone España. Seguirán conspirando y actuando en favor de la secesión, con la diferencia de que una repetición de los hechos de octubre de 2017 tendría una respuesta del Estado de Derecho mucho más débil. Como ha señalado un líder autonómico socialista, se ha conseguido que sea más barato agredir a la Constitución en términos judiciales.
El precedente es malo: un presidente que promueve legislaciones ad hocen función de sus intereses personales, eso es abrir la puerta al populismo.