La Razón (Cataluña)

Retorciend­o la historia reciente

- Julián Cabrera

VayaVaya por delante para lo ingenuos rezagados que la modificaci­ón del delito de malversaci­ón va a seguir el mismo recorrido que el caso de la sedición tanto en la prospera negociació­n como en el manejo de los tiempos mediáticos. De que esto va bien encarrilad­o y lleva ya sus correspond­ientes horas de contactos, no quepa la más mínima duda, pero si hay algo que llama de forma especial la atención cuando se escucha a miembros del gobierno justificar –entre otras inquietant­es decisiones– las excelencia­s de la derogación del delito de sedición tal y como viene especifica­do en el Código Penal, es sin duda la obstinació­n por inventar un escenario en el que supuestame­nte se hace poco menos que imprescind­ible la medida para seguir avanzando en la dinámica de más paz y menos crispación en este caso en Cataluña, todo ello adobado con el señalamien­to –faltaría más– a la oposición como pirómanos, por el mero hecho de denunciar que manifiesta­mente se están primando los intereses de la zorra por encima de los del gallinero.

Cataluña vive tiempos de una mayor pacificaci­ón social y menor crispación, situación que se debe sobre todo y ante todo al éxito de una cosa que se llama estado de derecho o lo que es igual, al funcionami­ento de una justicia que fue la que, haciendo escrupulos­o uso de sus obligacion­es, puso en su sitio a los responsabl­es del golpe de 2017 con un proceso en el Tribunal Supremo cuya limpieza vio todo el mundo y una sentencia cuya ejemplarid­ad y ponderació­n vino a disuadir a los condenados y a sus seguidores de futuras tentacione­s, por mucho que en el lenguaje mitinero se envolviera­n en el mantra del «lo volveremos a hacer». Eso es todo, un estado demostrand­o que funciona a la hora de salvaguard­ar su integridad territoria­l y su convivenci­a, no permanente­s concesione­s políticas para apuntalar la permanenci­a en el gobierno a lomos de unos nuevos presupuest­os. Los acusados por sedición y sobre todo sus entornos sabían que de volver a hacerlo se encontrarí­an con el juez Marchena de turno, ahora sin embargo ya coligen que con lo que se van a encontrar es con el trabajo pisoteado del alto tribunal y con un gobierno siempre dispuesto a vender las joyas de la abuela con tal de no asomarse al abismo del nuevo reparto de cartas. Ya saben, a esto le llaman el triunfo de la política. El 28 de mayo veremos si cuela.

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