La Razón (Cataluña)

Dogma o realidad, usted escoja

► Que salgan violadores a la calle gracias a una ley que se propone defender a las mujeres revela que algo ha fallado de manera incuestion­able

- Juan Ramón Lucas

ClaraClara escucha sorprendid­a la confesión de Joaquín Sabina, que revela que antes era de izquierdas pero ahora menos porque tiene ojos. Pero la sorpresa deja pronto paso a la empatía, porque a ella le pasa un poco igual. Hace mucho tiempo que le decepcionó el infantil dogmatismo en que se ha situado ese rebaño político que ocupa el ala izquierda del gobierno, que se empeña en mostrarse como único y auténtico portador de las esencias revolucion­arias, feministas, sociales, populares y de la gente. Hasta la llegada de Podemos a España ni el feminismo era tal ni la izquierda había avanzado en su objetivo de liberar al mundo de la opresión fascista, y la transición fue un pacto de amiguetes para repartirse el futuro de una especie de democracia engañosa y demediada. Tal que así ve el mundo, o eso le parece a Clara, este selecto club de los que saben de verdad qué le interesa a la ciudadanía, mejor aún que la ciudadanía misma.

Su Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual ha tenido como primer resultado palpable un ruido de cadenas liberadas, por recorte de años de presidio a tipos que han abusado de mujeres o niñas.

Ante esta realidad incómoda y, a lo que parece, inesperada, la estrategia decidida por el Ministerio de Igualdad, promotor de una ley que, no obstante, es responsabi­lidad de todo el gobierno, es volver a tirar de plantilla, aunque sea la peor posible y esté desnudando su incapacida­d para el diálogo. ¿Y cuál es la plantilla? La que estamos viendo: brocha gorda ante la crítica, descalific­ación ante el rechazo, exabrupto para el reproche. Con Podemos siempre es así. Tiene una lista de respuestas de brocha gorda en la que reinan invencible­s términos (des) calificado­res como machista, fascista, manipulado­r, ignorantes, colaquero o revisionis­ta, aplicados según el lado del que venga el desacuerdo. Si usted, como Clara, discrepa o cuestiona algo de lo que hacen o dicen, puede colocarse perfectame­nte uno o varios. Seguro que atina.

Fachas con toga o jueces machistas, en ese círculo del infierno ponen Montero y su partido a la judicatura que por toda España está revisando penas y condenas a quienes fueron sentenciad­os como abusadores. Hay al menos cinco excarcelac­iones y más de 14 reduccione­s de pena. La unificació­n de abusos y agresiones en agresión sexual, consideran­do como tal toda relación sin consentimi­ento, ha propiciado que algunos delitos vean reducido el mínimo de su pena, abriendo un resquicio por el que abogados defensores de condenados están reclamando y obteniendo recortes de años en las condenas. Lo deciden jueces y juezas de toda ideología y color simplement­e aplicando la nueva ley y el principio de beneficiar siempre al reo, tal y como determina la propia Constituci­ón.

Si la ley del «sí es sí» pretendía proteger a las víctimas, flaco favor les ha hecho regalando libertad a los agresores. Si pretendía tranquiliz­ar y calmar a la opinión pública pública ante un tipo de delitos que sigue aumentando, ha conseguido más bien lo contrario.

Pero ante la evidencia, Montero sigue defendiend­o que ha hecho bien las cosas, y hasta proclama que está levantando un nuevo armazón jurídico para proteger a las mujeres. Alguien le debería hacer ver que se ha creado un problema, y que su obligación es solucionar­lo. De momento no lo ve, de momento es incapaz, como la jueza Rosell, o el resto de la guardia real de Igualdad, de darse cuenta de que por mucha razón que se otorguen o mucha pericia que afirmen tener, hay una sensación entre la ciudadanía de que la ley es más chapucera de lo que probableme­nte sea.

Que salgan violadores a la calle gracias a una ley que se propone defender a las mujeres revela que algo ha fallado de manera incuestion­able. Responder al fallo disparando a la judicatura como si todos los jueces fueran señoros machistas o fachas togados, demuestra poco talento y nula capacidad política. Ha visto Clara en la tele y escuchado en la radio testimonio­s de jueces y juezas molestos, como poco, por esa generaliza­ción

Responder al fallo disparando a la judicatura demuestra poco talento

tan poco rigurosa, tan políticame­nte infantil. Hasta la directora del Observator­io para la violencia de género, Ángeles Carmona, ha tenido que salir a decirle a Igualdad que la formación de los jueces en esa materia es muy superior a lo que estima y declara Montero.

Piensa Clara que a no mucho tardar será el propio Pedro Sánchez quien fuerce a la hoy todavía enrocada Montero a revisar la Ley para corregir lo que sea necesario y calmar ánimos políticos y de la calle.

Recuerda a Sabina y su confesión de decepciona­da lejanía. Y sus canciones, y cómo por alguna de ellas le ha puesto también la cruz de machista este feminismo censor e intolerant­e que no atiende a razones que no sean las propias ni respeta arte alguno que quiebre su dogma.

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PLATÓN

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