El hombre que fue América
► Eig publica una exhaustiva obra sobre el enorme boxeador, y, con un estilo ágil, repasa sus éxitos y también el lado más oscuro de Ali
periodismo deportivo español, en su dedicación al boxeo, cuenta con una espléndida tradición; basta pensar en históricos cronistas como Manuel Alcántara o Miguel Ors para comprobar la excelencia de un arraigado estilo literario. El contexto pugilístico, con su mítica de dura nobleza, deprimidos ambientes y desnortadas vidas, resulta de una probada eficacia narrativa; lo sabían muy bien los escritores Ignacio Aldecoa, Julio Cortázar, Faulkner, Hemingway y Norman Mailer, entre otros. El perfil medio del boxeador, de humilde extracción social e impetuosas aspiraciones de triunfo, propicia la esforzada superación personal y la simbología del héroe popular. Por otro lado, algunos destacaEl púgiles han representado toda una época de su país, convertidos en un emblema generacional; acaso ninguno como Cassius Clay (1942-2016), quien, tras un memorable combate con Sonny Liston y convertido al credo musulmán, pasaría a llamarse Mohamed Ali.
Minuciosa documentación
Su trayectoria deportiva, con sus triunfos y derrotas, así como sus implicaciones civiles y políticas, han sido profusamente estudiadas por el periodista estadounidense Jonathan Eig en «Vida de Alí» (Capitán Swing). Con un ágil estilo narrativo y una minuciosa documentación, se recogen los principales hitos de su biografía: la dura formación como amateur, su negativa a ir al servicio militar en plena guerra de Vietnam, su activismo en defensa de los derechos civiles de los afroamericanos, la militancia en la polémica Nación del Islam a través de su amistad con el mítico Malcolm X, así como los entresijos de sus más célebres peleas y la dramática etapa final enfermo ya de párkinson; sin olvidar jugosas anécdotas derivadas de su particular personalidad, como el detalle con que ensayaba los insultos e imprecaciones con las que amilanar a sus contrincantes en el ring o antes del combate en esforzada estrategia desmoralizadora; «robot», «momia» y «godos
rila parsimonioso» fueron algunas de las lindezas que le dedicó a George Foreman.
Todo un idiosincrático carácter con pleno sentido del espectáculo y asumida conciencia de su creciente autoridad moral entre amplios sectores sociales. Una apasionante biografía esta de quien declaró con orgullo: «Yo soy Estados Unidos. Soy la parte que no reconocéis. Acostumbraos a mí. Negro, seguro de mí mismo, arrogante. Mi nombre, no el vuestro; mi religión, no la vuestra; mis objetivos, los míos propios. Acostumbraos a mí». Su egocentrismo se convertiría en una proclama civil de formidable fuerza contestataria. Estas páginas retratan perfectamente su ambivalente carácter: abrupto, tierno, engreído, displicente y sentimental, seductor y antipático, siempre comprometido con causas perdidas o ganadas. Inolvidable Ali.
Lo mejor ▲
La amenidad, no exenta de rigor, que preside en todo momento la biografía
Lo peor ▼
Nada a destacar en este apartado ante la agilidad periodística de estas páginas