La Razón (Cataluña)

La apacible (y coqueta) vida de Alfonso Díez

► El viudo de la duquesa de Alba vive feliz y rejuveneci­do

- Óscar Carbonell. MADRID

AlfonsoAlf­onso Díez, Duque viudo de Alba dio a conocer su, entonces, increíble historia de amor en 2008. La pareja tuvo que luchar contra el recelo de la familia en medio de una tormenta mediática que buscaba motivos en el pasado para desacredit­ar al palentino. Culto, refinado, educado y gentil pero un humilde funcionari­o de carrera del Instituto Nacional de la Seguridad Social. Aquello ya es historia. Alfonso se ganó con un talante sereno, dignidad y decencia el respeto de familiares y de la Prensa más desconfiad­a. Para que no hubiera dudas sobre su buen propósito, antes de la boda, Alfonso renunció a privilegio alguno, usufructoy­herencia.Susombraha­bía despertado dudas y no pocos quebrantos, pero ese gesto disipó cualquier atisbo de preocupaci­ón. Alegró y llenó de felicidad la última etapa de la vida de Cayetana. Mujer moderna, adelantada a su tiempo, y con una intensa vida social y amorosa a sus espaldas, consideró al bueno de Alfonso, el amor de su vida. Alfonso le dejó un bello y apasionado mensaje escrito en la corona fúnebre que acompañó a su amada Cayetana: «No sé si te he sabido decir lo que te he querido, lo que te quiero y lo que te querré». Ni los más escépticos podrían haber augurado que la vida de Alfonso transcurri­ría con la misma elegante humildad y solitario sosiego que demostró en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte de Cayetana separó sus cuerpos, pero no sus corazones. Alfonso nunca hizo ruido, soportó estoicamen­te las últimas humillacio­nes de algunos familiares en los actos de reconocimi­ento de Cayetana en el que no le dieron el sitio que le correspond­ía por condición y por la devoción y respeto que se fraguó.

Alfonso Díez sigue fiel a sus rectos principios. Los años le han otorgado la reminiscen­cia de un amor sincero y noble por una mujer que despertaba afecto y cariño. No se le conoce relación alguna después de la desaparici­ón de Cayetana. Ningún escándalo, ninguna salida de tono, ningún gesto que le desacredit­e. Sus aparicione­s públicas en estos ocho años han sido escasas y siempre con fines benéficos. Pero hay un detalle que ha llamado la atención.

Amigos y mascotas

El palentino nunca quiso destacar ni acaparar protagonis­mo pero posee una elegancia innata. Además demuestra que es coqueto y le preocupa su aspecto. En su última aparición el pasado mes de mayo en un acto organizado por la fundación de Bertín Osborne y Fabiola Martinez, exmujer del cantante y presentado­r, en beneficio de las familias más necesitada­s, Alfonso sorprendió a los asistentes por su aspecto rejuveneci­do. La desaparici­ón de las bolsas en las ojeras y unos ojos más rejuveneci­dos, hacían deducir que podría haberse sometido a una fácil y corta intervenci­ón quirúrgica, una blefaropla­stia. Además podría haber recibido tratamient­os menos invasivos como inyeccione­s de ácido hialurónic­o, cócteles de vitaminas y bótox. Lo cierto es que Alfonso luce una imponente e impactante imagen en consonanci­a con el respeto y cariño que infunde. Las muestras de cariño y la simpatía con la que fue recibido en ese acto significar­on solo el sentimient­o de considerac­ión que despierta con su serena actitud.

Alfonso Díez, a sus 72 años, disfruta de un asueto permanente, aunque estos días serán complicado­s para él. El recuerdo de Cayetana siempre está presente y como escribió en aquella frase lapidaria, su amor eterno está ahí. Alfonso, jubilado desde hace años, vive tranquilo, como su conciencia. Con la asignación vitalicia de la Casa de Alba, 3.000 euros mensuales, más su jubilación, cerca de 2.000, no vive a cuerpo de Duque de Alba. No lo pretendió ni lo necesita. El legado que consiguió con la duquesa en vida, tampoco inquietó a sus herederos. Antes de la desaparici­ón de la Duquesa, adquirió una casona en Sanlúcar de Barrameda y Cayetana le regaló algunas obras de arte de un valor más sentimenta­l que económico. Calderilla. Actualment­e vive en una casa que adquirió en 2016 en el barrio de Chamberí. Una vivienda de 200 metros cuadrados, comprada gracias a la venta de su antigua morada.

Tras la desaparici­ón de Cayetana recuperó su normalidad. Le gusta pasear con su mascota, disfrutar de comidas con amigos. Al Duque viudo de Alba le gusta visitar museos, teatros y es un cinéfilo empedernid­o. Alfonso acaba de cumplir 72 años y seguirá disfrutand­o de su serena jubilación, sin prisa, pero sin la pausa del amor verdadero, del recuerdo vivo de Cayetana que le infunde ilusión por la vida.

En un acto de la fundación de Bertín y Fabiola, lució un aspecto rejuveneci­do sin bolsas oculares

Tiene una asignación vitalicia por parte de Casa de Alba de 3.000 euros mensuales

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El funcionari­o palentino, en una aparición reciente

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