Una cuestión personal
Mbappé quiere demostrar en el gran escaparate que es el mejor del mundo
HaceHace cuatro años, antes del Mundial de fútbol de Rusia, uno de los anuncios en Francia aseguraba que 1998, cuando Zidane ganó el campeonato contra Brasil, había sido un gran año porque había nacido Mbappé. En 2018, con Kylian en el equipo, una Francia robusta fue mejor que el resto de rivales y se llevó el Mundial, sin mucho espectáculo, pero con superioridad y con el plan más claro que nadie. «Mi mentalidad desde que soy joven es siempre hacer más, superar los límites. Para mí no fue el final cuando gané el Mundial. Fue el primer capítulo de una locura», aseguraba el futbolista del PSG en una entrevista en la revista «Sports Illustrated» acerca de lo que consiguió con solo 19 años.
A sus 23, Mbappé, tan joven aún, ya ha ganado un Mundial, pero no es suficiente para colmarle. Tiene que ganar un Mundial y, además, ser reconocido el mejor futbolista del mundo, para que nadie, lejos y sobre todo cerca de él, dude de su importancia.
El PSG se juega más de lo que se cree en Qatar. Las estrechas relaciones entre el país sede del torneo y la capital de Francia tenían como punto final lo que va a suceder durante durante un mes a partir de mañana. Pero cuando acabe, habrá que ver el interés del país en el PSG, mientras lo que es seguro es que el club parisino va a seguir compitiendo con Mbappé, Neymar y Messi; y estos, a su vez, compitiendo entre ellos por ser tratado como el futbolista clave del equipo. El campeón en Qatar, y las tres estrellas forman parte de las tres selecciones favoritas, va a tener una jerarquía que vale más que los millones o los contratos de renovación firmados. Y eso en un vestuario donde los egos ocupan más que las taquillas, es superdeterminante para el resto del curso y para las delicadas relaciones entre ellos.
«Es muy difícil ganar dos seguidos. Pero si quieres escribir la historia, tienes que hacer algo que nadie hace. Así que vamos a intentarlo. Creo que tenemos un buen equipo. Somos un buen colectivo. El entrenador es el mismo. Y tenemos al país detrás», continúa Mbappé que no ha escondido que se siente mucho más cómodo jugando en su selección que en el PSG. Porque en el equipo parisino está obligado a ser la referencia del equipo arriba, mientras que en la Francia de Deschamps, se mueve más a su aire, ahora con Karim por delante de él. Parte del éxito del combinado francés, menos fuerte físicamente que hace cuatro años, va a depender de la relación entre ambos delanteros, muy cómplices cuando todo indicaba que Mbappé iba a fichar por el Real Madrid el pasado verano y rehaciéndose desde entonces.
Para Mbappé, además, este Mundial es el de la reconciliación con el público francés. En la Eurocopa de 2020 falló un penalti contra Suiza y fueron eliminados. Las críticas contra Kylian se pasaron de lo deportivo al racismo y eso es algo que el delantero no estaba dispuesto a aceptar y menos al notar que la Federación Francesa no hacía nada por defenderle.
Fue un momento de mucha rabia y dolor. Un momento para decir adiós: «No puedo jugar para gente que piensa que soy un mono», sigue Mbappé en la entrevista. Luego dio un paso atrás. «Pero después, reflexioné con toda la gente que está a mi alrededor y pensé que abandonar no era un buen mensaje. Porque creo que soy un ejemplo para todos».
Hijo de un camerunés y una franco-argelina, Mbappé creció en las famosas periferias francesas, muchas veces abandonas por el estado y por cualquier posibilidad de futuro. El delantero francés se siente muy orgulloso orgulloso de cómo creció y todo lo que aprendió en su barrio. «Esta es la nueva Francia. Es por eso, por lo que no he renunciado a la selección. Porque es un mensaje para la generación joven para decir: ‘‘Somos más fuertes que eso’’», asegura el futbolista que se ha marcado el Mundial, el mayor escaparate, como una cuestión personal.