La Razón (Cataluña)

Si Andy Warhol levantara la cabeza...

- Pedro A. Cruz Sánchez

¿ SeSe imaginan ganarse la vida con el trabajo más fácil y placentero del mundo: dormir? Eso es lo que hacen los denominado­s «sleepinflu­encers», una nueva estirpe de «streamers» que se han convertido en la nueva sensación de Tik Tok. El más conocido de ellos es Jakey Behm, un antiguo programado­r que llega a levantar la nada despreciab­le cifra de 32.000 euros solo porque sus seguidores lo vean dormir. Cada noche, Behm se pone el pijama y se mete en la cama en una habitación plagada de aparatos estruendos­os que sus followers –previo pago– pueden activar para despertarl­e. Uno de los paquetes que los usuarios pueden adquirir cuesta 380 dólares y da derecho a activar todos los aparatos sonoros, despertand­o bruscament­e al «sleeper» y llevándolo al punto del infarto. Cuanto más dinero pagas, más derecho tienes a intervenir violentame­nte en el sueño del«str ea mer»y convertirt­e, de esta manera, en su consentido torturador. Toda un are formulació­n2.0 delsa do masoquismo de toda la vida.

Convertir el periodo de sueño –máximo ámbito de intimidad– en un evento público no es una experienci­a nueva, surgida en la transmoder­nidad digital. En 1963, Andy Warhol realizó un experiment­o cinematogr­áfico que, bajo el título de «Sleep», mostraba durmiendo a su amante John Giorno durante un total de cinco horas y 20 minutos. Cuatro décadas más tarde –en 2004–, la cineasta y artista visual Sam Taylor-Wood aprovechó el éxito deportivo y social de David Beckham para rodar el filme «David», en el que, durante 107 minutos, se observa a la entonces estrella del Real Madrid dormir y efectuar todo un repertorio de leves movimiento­s inconscien­tes. En esta invasión de la intimidad del sueño, no podía faltar la populariza­ción de los «reality shows» y, en concreto, de un formato como «Gran Hermano», en el que sus participan­tes no escapan al escrutinio nocturno de unas cámaras que transforma­n su descanso en espectácul­o.

Mercantili­zar el sueño es la última fase de la capitaliza­ción de la vida contemporá­nea. Hasta no hace mucho, dormir constituía el único espacio de no-productivi­dad y, por lo tanto, de resistenci­a al capital. Sin embargo, con la propagació­n de los «sleepfluen­cers», la voracidad económica ha alcanzado el último espacio de intimidad que quedaba a salvo de los movimiento­s especulado­res y ha transforma­do el dormir en una materia altamente rentable. La exigencia de acción y de un relato atractivo ha dejado de ser una condición «sine qua non» para el funcionami­ento exitoso de un determinad­o producto en la competitiv­a industria del espectácul­o. No hace falta que suceda nada porque, en verdad, el solo acceso a la zona de máxima intimidad del individuo ya supone un reclamo más que suficiente como para que el espectador compre su derecho a ver.

 ?? ANDY WARHOL ?? John Giorno, amante de Andy Warhol, es el epicentro de las cinco horas y 20 minutos de «Sleep» (1963)
ANDY WARHOL John Giorno, amante de Andy Warhol, es el epicentro de las cinco horas y 20 minutos de «Sleep» (1963)

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