La Razón (Cataluña)

Borges, Messi y Cristiano

El torneo, que no debería celebrarse en una teocracia sin libertades y que ha costado muchas vidas, es también el del adiós de dos leyendas

- Jesús Rivasés

JorgeJorge Luis Borges (1899-1986) odiaba el fútbol y presumía de ello. El argentino, escritor de cabecera de, por ejemplo, Rodríguez Zapatero, decía que «el fútbol es popular porque la estupidez es popular». Él mismo alimentaba esa faceta. Julián García Candau, histórico periodista deportivo –que formó parte del primer equipo redacciona­l de este periódico–, enviado especial en su día al Mundial de Argentina de 1978, contó que Borges organizó y pronunció una conferenci­a el mismo día y a la misma hora que la selección nacional albicelest­e, que entonces entrenaba César Luis Menotti, con Kempes de gran goleador, jugaba un partido con Francia. El periodista porteño, Matías Rodríguez, años más tarde, hacía coincidir esa conferenci­a con un partido Argentina-Hungría, y hay quiénes afirman que en realidad fue mientras el país anfitrión jugaba y ganaba, por 31, la final a Holanda. Hay coincidenc­ia en que el autor de El Aleph peroró sobre la inmortalid­ad, una de sus obsesiones, y que en el auditorio había ¡nueve personas!

El Mundial de 1978, en el que España fracasó, aunque si Cardeñosa hubiera acertado con un remate cantado todo podría haber sido diferente, intentó ser utilizado como escaparate por la sangrienta Junta Militar que encabezaba Jorge Rafael Videla y sus compañeros de armas, aunque al final, tampoco les serviría serviría de mucho, como detalla la reciente película «Argentina, 1985».

Qatar 2022 no es Argentina 1978, pero tampoco es ningún paraíso, ni un oasis de libertad. Es una teocracia –disfrazada de «teoblanda»– muy rica que logró el Mundial a golpe de talonario y que se ha gastado más de 200.000 millones en el empeño, incluida la construcci­ón de ocho estadios, con capacidad para el 10 por ciento de la población del país, en un radio de 30 kilómetros. Nunca se sabrá el número de víctimas de la represión argentina en tiempos de Videla. También es probable que nunca se conozca el número de personas –trabajador­esemigrant­es– que han perdido la vida en Qatar en las obras de los estadios, a mayor gloria del jeque Tamim bin Hamad Al Thani, el hombre que está detrás del presidente del PSG, Nasser Al-Khelaifi y que encaja tan mal las derrotas.

Qatar es un punto y aparte. Infantino y la FIFA no pueden repetir el error y permitir otro Mundial en un país sin libertades. Qatar es el Mundial de la frustració­n de Benzema y del adiós de Messi y Cristiano, que lo han ganado todo, pero que uno de los dos –o los dos– se quedará sin una Copa del Mundo, que comenzó con un insulso Qatar-Ecuador (0-2), menos atractivo para muchos –incluso futboleros como yo– que una conferenci­a, por estrambóti­ca que pudiera ser, incluso de Borges.

Ronaldo o Messi, o los dos, se retirarán tras ganarlo todo menos un Mundial

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Ecuador se impuso sin muchas dificultad­es a Qatar AP

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