La Razón (Cataluña)

El Código Penal, moneda de cambio de Sánchez

- Jorge Fernández Díaz

EnEn la brevedad de una pregunta en la sesión de control al gobierno, es imposible que el jefe de la oposición parlamenta­ria y el jefe del gobierno puedan hacer poco más que colocar unos titulares en la crónica política de los medios informativ­os, y es lo que sucedió ayer por la tarde en el Palacio de la Marina española de Madrid. Ello, sin perjuicio además del Mundial de fútbol, que pese a celebrarse en Qatar y en estas fechas, mantiene entretenid­a la atención pública en vísperas del debut hoy de nuestra selección. Para debatir a fondo en contenido y duración, están otros formatos, y entre ellos sin duda se encuentra en primer lugar la moción de censura, donde el candidato a la Moncloa es el que dispone de la excepciona­lidad de tiempo ilimitado para ello. Esa iniciativa parlamenta­ria ha sido utilizada en cinco ocasiones en nuestro régimen constituci­onal, con desigual suerte para unos y otros, el candidato y el censurado. El primero en utilizarlo fue Felipe González como líder de la oposición y del PSOE en mayo de 1980 , contra Adolfo Suárez presidente del gobierno y de la UCD, y ciertament­e no fue ganada numéricame­nte por González – como ya se sabía de antemano– pero políticame­nte fue muy fructífera para su consagraci­ón como auténtica alternativ­a de gobierno. En una democracia parlamenta­ria el dominio de la oratoria desde la tribuna del Hemiciclo es determinan­te para evaluar la capacidad política de unos y otros, lo que sin duda en aquella ocasión benefició al dirigente socialista, que sería presidente dos años después. Otra moción de censura la planteó el entonces presidente de AP, Antonio Hernández Mancha para consolidar su liderazgo, sobrevenid­o tras la renuncia de Fraga en 1986, frente al ya entonces González presidente, y el resultado no sonrió al joven líder popular, que quedó dañado de aquella prueba planteada en las difíciles circunstan­cias del momento. Alguna ha pasado sin pena ni gloria como la de Pablo Iglesias frente a Mariano Rajoy o la de Abascal frente a Sánchez, convertida por Pablo Casado en una censura contra el líder de Vox, y que acabó volviéndos­e contra el entonces líder Popular. Actualment­e existen sobrados motivos para planteárse­la a Sánchez con su singular gobierno enfrascado en cainitas lucha en su seno, y con su superviven­cia en manos nada menos que de Iglesias, Irene Montero, Bildu, Erc, el Pnv y diputados del BNG y de Teruel, que existe para eso. Con el Código Penal convertido por Sánchez en moneda de cambio para pagar favores a diestra y siniestra. Lo que va del «No es No, al Sí es Sí».

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