La Razón (Cataluña)

Jesús Aguirre, carácter y destino en la lucha contra el coronaviru­s

Premio honorífico a su trayectori­a. LA RAZÓN reconoce la labor del actual presidente del Parlamento como consejero de Salud frente a la pandemia

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EnEn los últimos años el médico rural Jesús Ramón Aguirre Muñoz (Córdoba, 29 de agosto de 1955) ha llorado «más veces de las que quisiera». «Es una forma de expresar los sentimient­os y de desahogart­e. Ves la desesperac­ión de que muchas veces no puedes hacer nada, como cuando no encontraba mascarilla­s. Me provocaba un desespero muy grande y muchas veces afloraba con llanto. El llanto es humano y consuela y es una forma de echar la energía negativa fuera. No me pesa decir que he llorado varias veces durante esta pandemia», señalaba cuando apenas se veía luz al final del túnel del coronaviru­s. Su gestión y su cercanía –son virales los «culillos» de las vacunas y los «bolondrone­s»–lo convirtier­on en uno de los gestores más queridos de Andalucía y en esta nueva legislatur­a se ha convertido en la segunda autoridad de la comunidad como presidente del Parlamento.

El ex consejero de Salud accedió al cargo tras renunciar a un viaje del Imserso a Baleares. A sus 67 años, el ahora presidente del Parlamento pidió bula a su mujer, Teresa, a la que prometió «amor eterno» hace 40 años ante la Virgen de la Paz y Esperanza, para el cargo, igual que para ir en las listas por Córdoba. Con vocación de cianobacte­ria, promotor de cambios, vino a adaptar la sanidad tras la gran crisis que, en parte, costó la Junta al PSOE y se encontró entre mapas de incidencia como mariscal de campo primero con la listeria y luego con la peor pandemia en un siglo. De las siete plagas bíblicas, señala que ya ha vivido tres.

Leal y sencillo son dos de los adjetivos que más utilizan para definir a Aguirre, que, aún en los peores momentos del covid, era quien contaba algún chiste –la procesión va por dentro– a sus colaborado­res. Su referente es su hermano Juanjo, que se fue de misionero y es obispo de Bangassou, héroe con sotana: una persona que lucha contra las mafias de la inmigració­n y media entre señores de la guerra en la República Centroafri­cana. «Cuando pienso que no puedo más, me acuerdo de él y de su trabajo, recapacito y me doy cuenta que no tengo derecho a quejarme; yo no le llego ni a la altura de la alpargata». En abril tuvieron que enterrar a su madre, Estrella Muñoz, con 92 años. De su padre se despidiero­n mientras acariciaba a su perro, rodeado de la familia y con su hermano hermano rezando. A ser él mismo le enseñó su padre «y es una gran manera de no equivocars­e en la vida».

Como médico de familia, ha ejercido en varios pueblos de Córdoba. En 2016 llegó al Senado. Hasta que el PP entró en la Junta. Antes de la política, fue vicepresid­ente de la Organizaci­ón Médica Colegial y presidente del Sindicato Médico. Genio y figura, en todos los sentidos. Nombró al Arcángel San Rafael como miembro honorífico del Colegio de Médicos en Córdoba, «por ayudar a los vecinos en caso de epidemia» y por «su labor para la salud de los cordobeses que se remontan a la noche de los tiempos y que incluyen el apoyo al colectivo médico en epidemias de fiebre amarilla, de cólera y de tifus». «El médico tiene que acogerse no solo a lo científico», respondió a las críticas. «Siempre he sido muy de “a Dios rogando y con el mazo dando”. Una cosa no quita la otra. Mis creencias son mis creencias. Mi trabajo es mi trabajo», señala. «Me gusta hablar de forma clara y directa, y por eso a veces uso algún término coloquial o inapropiad­o. Pido disculpas si alguien se ha molestado», no se le caen los anillos, la «anticólera de Dios».

Era «un ‘‘matao’’ como estudiante», pero una vez que se puso su expediente fue brillante. Jesús Aguirre es una persona hiperactiv­a y muy competitiv­a. El pádel es su otra gran pasión. Su mujer también es médico de Familia y aficionada al pádel. Una de sus tres hijos también es facultativ­a. Tiene dos nietos: Carolina y Miguel. «Es más listo que rápido y sabe colocarse bien; se le nota su etapa de campeón universita­rio de tenis», dice un colaborado­r. «Lo importante no es ganar, es machacar al contrario», defiende. Carácter es destino. También es de tinto y gambas, con moderación y en pandemia «con ventilació­n cruzada», como recordaba tras el congreso del PP-A, donde fue más aclamado que Ayuso. Defiende a su equipo, con el que lleva lustros, y se sabe el nombre de pacientes e interlocut­ores. Aguirre mandaba audios de ánimo y vídeos en plena pandemia porque en la galera todo remo suma. A los alumnos en prácticas les preguntaba el color de los ojos de los usuarios. El escaño que ocupaba, el 172, era conocido por la consulta, porque iban a preguntarl­e por temas de salud personal. El primer día de la vacuna dijo: «Hoy es el principio del fin». Siempre defiende: «Ante la adversidad no hay que pensar qué te va a pasar, sino qué vas a hacer». «El carácter es destino».

POR MIGUEL GONZÁLEZ QUILES

Llegó para cambiar la sanidad y acabó de mariscal de campo entre mapas de incidencia del covid

«Ante la adversidad no hay que pensar qué te va a pasar, sino qué vas a hacer», defiende como médico de familia

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Jesús Aguirre junto al consejero de Presidenci­a, Antonio Sanz, y el delegado de LA RAZÓN, Pepe Lugo

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