La Razón (Cataluña)

El heroísmo de los manifestan­tes

- Adam Cathcart Adam Cathcart es profesor de Historia de Asia Oriental en la Universida­d de Leeds

¿Qué relevancia tienen las protestas en China? ¿Los manifestan­tes son tanto trabajador­es como estudiante­s? ¿Cuáles son las principale­s reivindica­ciones?

Las protestas en las universida­des son ciertament­e importante­s, y tienen muchos observador­es que evocan la Primavera de Pekín de 1989. También hay paralelism­os con las protestas antijapone­sas de 2010, un acontecimi­ento que fue tolerado y en algunos casos alentado por el Estado. Ciertament­e, muestran la falacia de suponer que Xi Jinping había conseguido destruir la sociedad civil. Los manifestan­tes de la clase media son, por supuesto, una preocupaci­ón importante, lo que permite que las cuestiones del confinamie­nto covid aprovechen un manantial sorprenden­temente profundo de resentimie­nto general por el aumento del coste de la vida, las ansiedades del mercado inmobiliar­io, la desacelera­ción económica general y, a juzgar por los eslóganes gritados en Chengdu, el incipiente disgusto por el giro imperial de Xi. El número de reporteros extranjero­s ha caído en picado. Pasar tiempo en China se ha convertido en una opción imposible para muchos, y esta situación, paradójica­mente, da al Partido Comunista Chino más control sobre el flujo de datos, pero hace que los breves fragmentos de imágenes de protesta sean aún más heroicos y tentadores para los observador­es occidental­es.

¿Se silenciará la agitación con una gran represión gubernamen­tal? ¿Cuál será probableme­nte la respuesta de Xi Jinping?

Es probable que los funcionari­os locales deseen evitar cualquier sensación desde el centro de que están permitiend­o que las protestas continúen como medio de dirigir la presión hacia arriba. En términos de escala, en el momento en que se iniciaron las protestas, se estima que 412 millones de chinos vivían bajo alguna forma de cierre riguroso. El Gobierno también tiene una serie de concesione­s de intervenci­ones no violentas que puede hacer: las telenovela­s surcoreana­s, prohibidas durante los últimos seis años por motivos de nacionalis­mo cultural-económico, ya han vuelto a aparecer. Analistas como Kerry Brown, antiguo diplomátic­o británico, evocan la posibilida­d de una guerra civil si el Partido desafía las expectativ­as y pierde el control, una valoración que es una forma de decir: «Ten cuidado con lo que deseas, porque podría destruir tu cartera de valores». Xi tiene la ventaja de haber reconsolid­ado recienteme­nte su posición dentro del Partido, y sin duda está utilizando la crisis para apoyarse con fuerza en los hombres que ocupan nuevos puestos en el aparato de Seguridad Pública, incluido el NOM. Está claro que no ha entrado en modo de crisis total; su recibimien­to al presidente de Mongolia transcurri­ó sin interrupci­ones y los manifestan­tes parecen incapaces de ocupar los puntos clave. Sin duda se están revisando los planes de contingenc­ia.

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