La Razón (Cataluña)

Futbolista desde la cuna

- Francisco Martínez.

Se da la circunstan­cia de que Giovanni Alejandro Reyna podría haber sido selecciona­do por cuatro países: por Inglaterra, donde nació; por Portugal, por su abuela María; por Argentina, por su abuelo Miguel; y por Estados Unidos, el país de sus padres. Se decidió por este último. Sus padres no son dos personas cualquiera relacionad­as con el fútbol. Ella, Danielle, fue seis veces internacio­nal para el país de las barras y las estrellas. Él, Claudio Reyna, es una leyenda con más de 100 partidos con su selección y cuatro Mundiales (1994, 1998, 2002 y 2006). Se conocieron en una concentrac­ión de ambas seleccione­s. Claudio hizo carrera en Europa, primero en Alemania, en el Bayer Leverkusen y el Wolfsburgo; después en el Rangers de Escocia; a continuaci­ón en Inglaterra, en el Sunderland y el Manchester City, para retirarse en Estados Unidos, en el Red Bull New York. Gio no nació con una pelota de fútbol en los pies, pero casi, porque además su abuelo también era jugador en las categorías inferiores de Independie­nte y jugó en Primera en Los Andes. «Mis padres dicen que saqué lo mejor de ambos», afirma con una sonrisa el centrocamp­ista del Borussia Dortmund.

A Alemania llegó tras haber crecido en la academia del New York City, donde tuvo entrenador­es de la talla del campeón del mundo francés Vieira, que ya decía que Gio era muy inteligent­e. En el Borussia empezó en las categorías inferiores hasta que en enero de 2020 debutó en el primer equipo. Llegó a la vez que Haaland, con el que entabló una gran amistad y con el que tenía una sintonía perfecta dentro del campo. Del paso de su padre por el fútbol europeo le quedó, aparte de haber nacido en Sunderland, el nombre, pues se llama Giovanni por Gio van Bronckhors­t, ex del Barcelona con el que coincidió en el Rangers.

En el brazo izquierdo de Gio puede leerse tatuado: «Love Jack». Jack era su hermano, tres años más mayor que él. Falleció de cáncer en julio de 2012. Fue, además, su verdadero inspirador. El propio Gio explica en «The Players» que Jack era su compañero de partidos cuando su padre estaba en el City, y a veces levantaba la pierna para dejarle marcar, pero solo a veces, porque lo normal es que no lo hiciera, y eso provocaba que Gio llorara y fuera corriendo a los brazos de su madre, enfadado. Pero al día siguiente volvía a intentarlo y de ahí sacó las ganas de competir y la agresivida­d bien entendida.

Su hermano estaba con él siempre, siempre, le hacía casi de voz porque era muy tímido, le animó a jugar al fútbol y a seguir haciéndolo cuando se demostró que tenía más talento que él. Nada de celos. En 2010 a Jack le diagnostic­aron un cáncer cerebral, cuando tenía 11 años. Por un momento pareció que lo podía superar, aunque a finales de 2011 hubo una recaída. Perdió movilidad. En 2012, todos se sentaron juntos a ver el final de la Premier, en el que el City podía proclamars­e campeón 44 años después. Fue el día del famoso gol de Agüero, que toda la familia celebró gritando. «De repente escuchamos a alguien jadeando. Fue Jack. Estaba rodando por el suelo, aunque apenas le quedaba energía en su cuerpo. Nos preocupamo­s. Durante 20 segundos pareció que no podía respirar. Luego, Jack comenzó a reírse. Nos dimos cuenta de que estaba celebrando el gol. Estaba tan feliz como nosotros. Nunca olvidaré ese momento, tan asombroso, tan divertido, tan loco. Un poco más de nueve semanas después, el 19 de julio, Jack falleció», cuenta Gio en «The Players».

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