Pedro está mejor que Bertín en «¡Hola!»
Diario de un viejo que le grita al televisor
Cuando Él se viene arriba en la pista central del circo, dice frases extraordinarias como «una de las cosas por las que pasaré a la Historia es por haber exhumado al dictador Franco de un gran monumento como el que se construyó en el Valle de los Caídos». Fíjense: dice «una de las cosas», o sea, que presupone que hay muchas más, y no yerra. No me daría la columna para cantarlas todas, y además no tengo la lira a mano. Como también ha declarado que «estamos más vivos que nunca», empleando el plural de modestia, no el mayestático, va a resultar que desenterrar muertos es lo que le da más vida a su cuerpo serrano, hasta el punto de que el Bertín Osborne de la portada de «¡Hola!», cachas y en camiseta, no es nada comparado con la figura fastuosa y eternamente resucitada del presi. La clave del «Manual de resistencia» estaba en exhumar y exhumar, como el doctor Frankenstein en su afán de conseguir cuerpos para sus experimentos.
De ahí el Gobierno Frankenstein y la vigencia de su cuerpo glorioso. Cada muerto que desentierra le hace más fuerte. Esta singularidad tendrá que estudiarla la ciencia. Quizá se trate de algo próximo a la necrofagia y su médico personal tenga que recetarle algo más contundente que el omeprazol de cada mañana antes de tragarse los sapos en el desayuno. Por cierto, que la dieta de sapos también parece sentarle de maravilla: otra originalidad digna de estudio. Recién vitaminado por la exhumación nocturna de Queipo de Llano, ahora va a por José Antonio Primo de Rivera, entre otros.
La inmortalidad que Jeff Bezos y Elon Musk buscan en Silicon Valley, Él la está encontrando en los camposantos. Prodigioso.