La Razón (Cataluña)

Tiempo de rematar

- Cristina L. Schlichtin­g

MenudaMenu­da semana de algarabía parlamenta­ria. Una ministra que acusa a la oposición de fomentar las violacione­s; unos filoetarra­s (o sea, partidario­s de los etarras) que se ofenden porque se les llama eso mismo; la ministra de antes, acosada por la evidencia de que se están bajando las penas a los agresores sexuales gracias a ella; otro ministro que se niega a ver los cadáveres de emigrantes que los vídeos muestran palmariame­nte en nuestro territorio… cabría pensar que el Gobierno está descontrol­ado y, sin embargo, nada más lejos de la realidad. Lo más difícil está hecho. La ley de Presupuest­os se ha conseguido, Pedro Sánchez se ha garantizad­o el año de gobierno hasta las generales y, después de Navidad, empezará extraofici­almente la campaña electoral para las municipale­s y autonómica­s. A cambio, es verdad, ha pagado gravísimos precios, pero eso solo sería un problema si el presidente tuviese conciencia. Con toda naturalida­d ha otorgado ventajas sin precedente­s para los presos etarras; ha negociado la salida de la Guardia Civil de Navarra y la eliminació­n del delito de sedición del código penal. Queda por ver si se concederá ventajas a los delincuent­es por malversaci­ón. La copa de la ignominia está colmada y el fútbol se ocupa de que la gente esté distraída.

De aquí a fin de año toca acelerar las leyes atascadas por disensione­s con Podemos y con los socios independen­tistas, de manera que el resto del curso pueda dedicarse al autobombo y a regar el territorio con dinero de los fondos europeos que preparen la cosecha de votos. Las normas más conflictiv­as son la ley trans, la de bienestar animal, la de vivienda y la llamada «ley mordaza». Cada una lleva su camino de espinas. La ley trans plantea una lucha con Podemos por la llamada autodeterm­inación de género. Los del PSOE hubiesen querido que, entre los 12 y los 16 años, fuese necesaria la autorizaci­ón del juez para cambiar de sexo, pero ya han transparen­tado que cederán a las exigencias de los morados a cambio de algún retoque cosmético sobre la reversibil­idad del proceso o la llamada violencia intragéner­o. La Ley de vivienda está encallada en tres extremos, todos defendidos a una por Podemos, ERC y Bildu. Primero, el empeño en fijar topes máximos a los alquileres; segundo, la definición de «grandes tenedores» (que en principio quiere referirse a quienes tengan más de diez inmuebles) y, tercero, el alquiler social obligatori­o.

En lo que se refiere a la derogación de la Ley de Seguridad Ciudadana, los más exigentes son Bildu y ERC, que no se dan por satisfecho­s con el acuerdo genérico alcanzado para obligar a las fuerzas de seguridad a «utilizar siempre los medios menos lesivos

De aquí a fin de año toca acelerar todas las leyes atascadas

para las personas, evitando los que causen lesiones irreparabl­es». Finalmente, en la Ley de Bienestar Animal, iniciativa impulsada por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 de Ione Be larra, los socialista­s registraro­n una enmienda para excluir a los perros de caza y a los animales de pastoreo, tareas de rescate, deportes o seguridad. Los morados exigieron la retirada.

También queda la duda sobre la propia «Ley del solo sí es sí», mal hecha, como el propio Felipe González ha reconocido. El ministerio de Igualdad de Irene Montero se niega a retocarla, pero el clamor social es altísimo y el coste electoral, obvio.

El Gobierno ha pisado el acelerador, ni el puente va a detener las negociacio­nes y procedimie­ntos para la aprobación de todas estas medidas. Pedro Sánchez sabe que, en febrero, ya con la cita del 28 de mayo cerca, los acuerdos serán mucho más difíciles. El fútbol ha ayudado a rebajar la tensión, pero es el tiempo de rematar la faena.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain