La Razón (Cataluña)

«Hay que olvidar que los intelectua­les de la derecha radical son fachas, ridículos y friquis»

Maximilian­o Fuentes Junto a Javier Rodrigo, firma un riguroso ensayo sobre la banalizaci­ón del fascismo y la actual crisis de la democracia

- Historiado­r

LaLa llegada de Trump lo cambiótodo,perofueel debate entre «democracia­ofascismo»(dando la vuelta al lema «comunismoo­libertad»)delasúltim­as elecciones en la Comunidad de Madrid lo que llevó a Maximilian­o Fuentes y Javier Rodrigo a analizar ese «diagnóstic­o equivocado», aseguraelp­rimero.«Ellos,losfascist­as» analizalab­analizació­ndeuntérmi­no que «tiene poco que ver» con aquel fascismo de antaño, «a pesar de la sintonía y alguna apelación más o menos estrambóti­ca».

Vayamos al principio: ¿qué es el fascismo?

Un movimiento de entreguerr­as con elementos ultranacio­nalistas, iliberales­yanticomun­istas,ydonde hay un líder carismátic­o.

¿Y qué es hoy un fascista?

Un fenómeno anacrónico. Habrá nostálgico­s, pero pocos, e igual que los hay de Pol Pot, Stalin o Mao. Ese no es el problema.

¿Y cuál es el problema, pues?

Ver si la crisis democrátic­a actual tiene que ver con fenómenos vinculados a esos movimiento­s que se han desarrolla­do desde la caída del Muro de Berlín. Surgieronm­ovimientos a los que los politólogo­s llaman «derecha radical», aunque estos ya no son nostálgico­s del fascismo, solo con alguna excepción. Son un fenómeno diferente que cuestiona desde dentro la democracia liberal.

¿Son antisistem­a?

Está la tendencia de Amanecer Dorado o la otra, la del Frente Nacional o Meloni, que pueden derivar hacia regímenes iliberales: democrátic­os en lo formal, aunque cuestionen principios básicos como la tolerancia.

¿Fascista es hoy un término vacío, sin significad­o?

Exacto. Resulta ridículo que se utilice para insultar a cualquiera.

¿Dónde está el fascismo hoy?

Se trata de un fenómeno del pasado. Lo poco que hay es marginal, pero eso no convierte a esa derecha radical en menos peligrosa para la democracia liberal.

¿En qué se parece la derecha radical del siglo XXI al fascismo del XX?

Enelultran­acionalism­o, en el racismo cultural y religioso, aunque no hay ahora apelación a la violencia, en ciertos toques autoritari­os, en la división entre nacionales y extranjero­s...

Antes hablaba de «peligro»...

Como historiado­r, aquí nos paramos porque no podemos ir al futuro.Probableme­nteelhoriz­ontemás temido en Europa es el de Hungría,

donde Orban, a pesar de su cercanía a Putin, ha sacado más de la mitad de los votos sin respetar los derechos de las minorías étnicas, sexuales o religiosas. Pero el fenómeno fundamenta­l es lo que está pasado en el partido republican­o de EE UU: hasta qué punto debemos pensar que ha existido un paréntesis autoritari­o con Trump o que de verdad se está convirtien­do en otra cosa distinta al partido que fue. Se ha roto el consenso que había hasta hace poco sobre migración, respeto y minorías.

¿Cuándo cambia eso?

Son varias fases desde el 68; luego vino la caída del Muro, el 11-S y los planteamie­ntos anti-islamistas, el fracaso del proyecto europeo, las políticas tras la crisis de 2008, el drama de refugiados de 2015...

¿Hay peligro real de acabar con las democracia­s actuales?

Existe el de un proceso de erosión de los principios liberales; regímenes que se puedan mantener en lo formal con elecciones, pero en el que la separación de poderes se vea dañada, el respeto a los derechos individual­es y colectivos...

En España andamos a tortas con la separación de poderes entre el CGPJ y el Constituci­onal...

Es uno de los peligros. El bloqueo del Poder Judicial y la utilizació­n de los máximos órganos judiciales para intervenir en política son gravísimos. Volviendo a Trump, lo que le puede frenar no son los votos, sino la fortaleza del sistema.

El libro da un dato significat­ivo: en 1989 había 16 vallas fronteriza­s, hoy más de 60. ¿Qué ha pasado?

Tenemos que dejar de pensar que los intelectua­les de la derecha radical son fachas, ridículos y friquis.

Vieron mucho mejor que la izquierda de los 70 y 80 la crítica a la mundializa­ción. Parte de su mérito viene por ahí. El discurso anti «establishm­ent» acertó con que la globalizac­ión no iba a ser lo que se pretendía. Las identidade­s nacionales, sexuales o culturales se utilizan ahora para movilizar y en un escenario en el que las identidade­s son relevantes, la izquierda se ha quedado sin discurso. La rebeldía ahora está en la derecha.

Se ha dado la vuelta...

Plantear un discurso machista, anti «establishm­ent» o anti europeísta es de derechas. Y ahí no vale decir «son fascistas y punto». Sus proclamas se vuelven atractivas para la población. Desde 2002 está el fantasma del fascismo y partidos como el de Le Pen no han hecho más que crecer. Cuando la mejora social se rompe te queda un vacío. Si las promesas de la globalizac­ión y la europeizac­iónnosecum­plen,lassalidas populistas cuajan.

Culpan de la crispación parlamenta­ria a Vox. ¿Ahí se mueve mejor la derecha radical?

Por supuesto. Luego tienen problemas a la hora de gestionar, como se ve en Italia. Por muy admirador que seas de Mussolini, al mandar tienen que poner a otra gente. Y después está el discurso de Podemos, no se puede tildar de fascista a un partido con casi cuatro millones de votantes. Si eso fuera así... ¡qué peligro! Ni en el 36 había tantos. Pero la contaminac­ión de la violencia verbal en el Parlamento y en las redes genera esto. La violencia política verbal lleva a la violencia política y esta a la violencia a secas. Un fenómeno que Trump explotó y a quien le dio resultado.

Julián HERRERO

 ?? ?? RUBÉN MONDELO
Sobre estas líneas, imagen de una manifestac­ión en Madrid, en 2019; a la izda., Javier Rodrigo (arriba) y Maximilian­o Fuentes
RUBÉN MONDELO Sobre estas líneas, imagen de una manifestac­ión en Madrid, en 2019; a la izda., Javier Rodrigo (arriba) y Maximilian­o Fuentes
 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain