Las heridas abiertas en la liberada Jersón
En los meses de ocupación, los colaboracionistas vendían a los rusos la ubicación del Ejército ucraniano por 15 euros y revelaban donde vivían los soldados con sus familias
«La«La gente prorrusa» es uno de los temas que provoca mucho dolor para la mayoría de los ucranianos, ya que la defensa de esa misma gente fue uno el motivo que usó la propaganda del Kremlin para invadir el país. Los testimonios de la gente de las zonas ocupada muestran que los soldados rusos también estaban convencidos de que estaban liberando la población del «régimen nazi de Zelenski». La realidad no coincidió con los mitos propagandistas: la población de habla rusa de las zonas históricamente consideradas prorrusas salió con las banderas ucranianas. Así, las manifestaciones masivas de la gente sin armas contra los tanques y los soldados con kalashnikov convirtieron a Jersón en uno de los símbolos más emotivos de esta guerra. Las urnas vacías y la ausencia de colas durante los referendos fue una de las muestras claras de que la gente no tenía muchas ganas de unirse a Moscú.
Al parar una de las familias en las calles de Jersón y preguntarles sobre su participación en el referéndum, escuchamos la negación rotunda. El hombre, de unos 50 años, contestó: «Para que lo entendéis no hubo ni coches en las calles, no salimos ni a comprar comida para que no aparecieran las imágenes en la tele propagandista». El activista de la «Cuerda amarilla» comenta que ellos estaban grabando a la gente que salía de los sitios de votación. Gracias al programa de reconocimiento facial, consiguieron detectar a los que estaban votando dos o tres veces. También sus activistas estaban distribuyendo la información animando a la gente a ignorar la distribución de los pasaportes rusos en la ciudad.
«¿Para qué sirve el pasaporte ruso? Para meterlo debajo de la mesa para que no se resbale. Con un referéndum no se cambia la patria», dice uno de los folletos en la mesa de una de las cafeterías de la ciudad. Ahora es uno de los pocos rincones de Jersón que da la sensación de cierta normalidad. Aquí se puede cargar los móviles y conectarse a través de Starlink. Las pancartas de la «Cuerda amarilla» están pegadas también en la puerta del local, la organización cuenta hoy con 3.000 activistas que resisten de una forma pacífica a la ocupación rusa. Algunos de ellos acabaron en «el sótano», un sitio de las torturas por su posición proucraniana y distribuir la información entre la población.
Sin embargo, después de la liberación de las tierras que fueran ocupadas, surgió la pregunta del destino sobre los colaboradores y los que apoyaban al Gobierno instalado por Rusia. Al salir el Ejército ruso usa la táctica de «la tierra quemada», por eso las ciudades y pueblos están al borde de una catástrofe humanitaria. La gente pelea en las colas por los paquetes de ayuda y cocinan a fuego abierto. Los soldados rusos que están por el lado del río Dniéper lanzan los ataques de una forma regular, los ataques que causan las muertes entre la población civil. La guerra aquí se siente y se vive a pesar de la alegría y celebraciones por la liberación de la ciudad.
De ahí que las preguntas sobre los colaboradores o la gente prorrusa provocan indignación y hostilidad. Las heridas en las zonas desocupadas están abiertas y vivas entre ellos. Los vecinos que delataron a sus compatriotas proucranianos durante la ocupación enseñaron los sitios donde vivían los exsoldados con sus familias o vendían las posiciones del Ejército ucraniano por unos 15 euros. La gente proucraniana acababa en los sótanos, era torturada, asesinada o hecha desaparecer de una forma misteriosa. En los pueblos y las ciudades pequeñas a pesar de la ausencia de conexión, la gente a través de «radio patio» pasaba los nombres de los colaboradores. Los habitantes de los pueblos comentaron a periodistas que pasaron la información sobre todos los colaboradores que había a los Servicios de Inteligencia ucraniana, que ya se encargan de la verificación de la información.
Mientras a los colaboradores espera la responsabilidad jurídica si se confirma su ayuda al Gobierno de ocupación, los habitantes que tiene las ideas prorrusas o indiferentes prefieren evitar las conversaciones sobre la guerra y no manifestarse. Aunque los servicios de seguridad de Ucrania dicen que no meten en la cárcel a la gente «por tener las ideas», las historias sobre la población de las zonas ocupadas están distribuyendo y apoyando de una forma
muy activa la propaganda rusa en los territorios temporalmente ocupados o cercanos al frente. «Ucrania os dejó aquí»; «En Ucrania nadie os espera»; «Cuando salís os matan o violan por el hecho de estar en el territorio ocupado» son algunos ejemplos.
Después de que liberaron la región de Járkiv, una mujer que pidió no revelar su nombre intentó sacar a su madre de la zona de la ciudad de Kupyansk. La mujer de 80 años es una de las rusas étnicas que vivía desde hace mucho tiempo. La ciudad estaba cubierta bajo el fuego constante, y los voluntarios estaban intentando rescatarla. A pesar de sus esfuerzos, la mujer se negaba salir de su casa y lo hizo solo cuando vio el vídeo con su hija porque estaba segura de que en Kyiv la podían matar. Sus vecinas que salieron anteriormente a la capital ucraniana comentaban que intentaban comunicarse con los soldados rusos, pero algunos de ellos eran de las regiones en las que no dominaban el idioma y en pancartas ponía «No os acerquéis, no hablamos ruso, vamos a disparar». Cuando los soldados rusos se fueron de la ciudad, «se sentían traicionados» porque no podían entender cómo estos hombres que habían trasladado a sus familias a los edificios y habían convivido con ellos durante meses luego pusieron el armamento y destruyeron por completo casi toda la ciudad.
Sin embargo, según afirman las fuentes, la población que tiene una posición activamente prorrusa prefiere salir de Ucrania, tanto de Jersón como de otras tierras liberadas. En junio, en el tren Kyiv-Zaporiyia, encontramos a unamujerdeunos 40 años que empezó a afirmar que estuvo en Bucha durante la ocupación y fue una de los testigos de las atrocidades cometidas. Esa afirmación les chocó a los pasajeros del tren. Es de Crimea y un mes antes de la guerra fue a visitar a su hija a Bucha. No negó el hecho de las atrocidades cometidas, pero añadió que los soldados rusos no tenían otras opciones. Según ella, en Ucrania estaban construyendo las bases de OTAN y los laboratorios químicos desde el año 2014 y Putin estaba obligado a actuar. Los argumentos de los otros sobre las mentiras de la propaganda rusa no lograron convencerla. Dijo que volvería al territorio controlado por Rusia.
Los prorrusos prefieren abandonar Ucrania por miedo a represalias