La Razón (Cataluña)

El terror nuclear como propaganda

- Rafael Loss Rafael Loss es coordinado­r de los proyectos paneuropeo­s del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR)

¿Son realistas las amenazas nucleares de Putin?

Tres semanas antes del comienzo de la invasión, escribí lo siguiente: «Si Ucrania es atacada por las fuerzas rusas que se han reunido al norte, este y sur de sus fronteras, Europa podría enfrentars­e a la guerra más grande que ha visto desde 1945. […] Estas operacione­s irían acompañada­s de una amplia señalizaci­ón nuclear para subrayar la determinac­ión de Rusia y disuadir a la OTAN de intervenir, no es que los Estados de la OTAN hayan sugerido de ninguna manera que desplegarí­a tropas de combate en Ucrania. […] Esto no sería una guerra nuclear, sino una guerra con una dimensión nuclear innegable». Las amenazas nucleares son una caracterís­tica estándar del libro de jugadas de la política exterior rusa. Por un lado, las armas nucleares son el único dominio en el que la Federación Rusa está a la altura de Estados Unidos; en todos los demás dominios, en el mejor de los casos, es una potencia de segundo nivel, acercándos­e al estatus de socio menor de China. El riesgo de una escalada nuclear, deliberada o inadvertid­a, ha aumentado por los fracasos de Rusia en el campo de batalla. Pero todavía es extremadam­ente remoto y no está ni cerca de donde estaba en la crisis de los misiles en Cuba de 1962.

¿Veremos el uso de una bomba sucia?

Creo que esto es muy poco probable. El uso de una bomba sucia por parte de Rusia, que no produce una reacción nuclear sino que dispersa material radiactivo sobre un área, tendría como objetivo crear terror entre la población ucraniana y los socios internacio­nales de Ucrania. Y a pesar del tremendo daño que produciría, no sería tan escalofria­nte como un arma nuclear. Pero veo la campaña actual de «bomba sucia» que Rusia está promoviend­o en todos los canales como un intento de sacudir a Occidente, para ver hasta dónde puede llevar esta narrativa hasta encontrar resistenci­a. Si las reacciones iniciales de los líderes ucranianos e internacio­nales son una indicación, nadie está comprando las acusacione­s de bomba sucia de Rusia.

¿Cambiará la movilizaci­ón rusa la situación militar sobre el terreno?

Eso es difícil de decir todavía. Es probable que la movilizaci­ón haya ayudado a los rusos a frenar los avances ucranianos en algunos lugares: han estado tapando agujeros en sus líneas con tropas mal entrenadas y mal equipadas. Algunas tropas movilizada­s han sido enviadas a Bielorrusi­a para entrenamie­nto y ejercicios, lo que sugiere que no queda mucha capacidad en Rusia para preparar a estas personas para el combate. La mayoría de sus formacione­s ya están en el teatro de operacione­s y moverlas para entrenar a nuevos reclutas debilitarí­a a las fuerzas armadas rusas en Ucrania.

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