Análisis de aguas residuales La clave para prever nuevas pandemias
Con la pandemia de la COVID-19 surgió la acuciante necesidad de saber, en términos poblacionales, una gran cantidad de factores epidemiológicos relacionados con su infección: incidencia, prevalencia, mortalidad asociada… Y, se hizo a través de las aguas residuales. ¿Se puede aplicar a otras enfermedades?
EnEn plena pandemia, el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico (que después pasó al Ministerio de Sanidad) promovió la creación de un grupo de expertos denominado VATar Covid-19, con el objetivo de analizar las aguas residuales como sistema de vigilancia microbiológica y emplearlo como indicador epidemiológico para la detección de la circulación del virus en la población, y también como herramienta complementaria para la toma de decisiones de carácter sanitario. “La monitorización de la concentración de ARN viral del SARS-CoV-2 en aguas residuales predice brotes de COVID-19 hasta 7 días antes de las pruebas individuales de los pacientes y 3 días antes de los ingresos hospitalarios”, explica Javier Alvarez, director de marketing en Promega Biotech Ibérica, S.L. Y añade que, “los sistemas de vigilancia de virus en aguas residuales sirven, por consiguiente, como un sistema de alerta temprana para identificar nuevos brotes, infecciones reemergentes, tendencias en brotes actuales y prevalencia de infecciones dentro de la población. Así pues, orienta las respuestas sanitarias, especialmente cuando la capacidad para realizar ensayos clínicos es limitada y no todas las personas eligen hacerse la prueba”.
¿Y por qué es importante hablar de Promega? Pues porque el grupo VATar trabajó la selección de puntos de muestreo y el protocolo de detección donde aparecen, y, para ello, se emplean los reactivos de Promega. “En Promega hemos realizado un esfuerzo multidisciplinar sin precedentes para apoyar la emergencia y las acciones del gobierno a una velocidad vertiginosa, aumentando nuestras líneas de producción y desarrollando nuevos productos y servicios”, relata Javier. Así, su departamento de I+D ha desarrollado en tiempo récord reactivos y protocolos que mejoran los tiempos y rendimientos de extracción y detección de SARSCoV2 en una matriz/muestra tremendamente complicada como son las aguas residuales, donde la presencia de inhibidores es frecuente. Además, han colaborado con los centros de investigación públicos designados por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico en la validación de este flujo de trabajo que capacita finalmente a la Administración Pública en una mejor toma de decisiones para controlar la propagación del coronavirus y gestionar la atención hospitalaria. “El sistema Promega es un flujo de trabajo completo que incluye equipos de extracción automatizada y manual de ácidos nucleicos, equipos de filtrado y concentrado de virus, y reactivos de extracción y detección de SARS-CoV2 y sus variantes”.
Más allá de la COVID-19
El empleo de las aguas residuales como material de partida para la detección de microrganismos microrganismos patógenos o sustancias químicas no es nuevo, y su empleo está muy extendido. Por ejemplo: se pueden monitorizar niveles de uso de drogas ilícitas, opioides, químicos tóxicos de desechos industriales o farmacéuticos… De hecho, en una noticia reciente en esta misma publicación, se advertía que España está a la cabeza de Europa en contaminación farmacológica.
Pero dejando de lado las sustancias, volvamos a los microorganismos, ya que si este proceso ha funcionado para la COVID-19, ¿por qué no utilizarlo con otros virus? Otros virus que pueden ser causantes de infecciones como la gripe, los Norovirus, la Legionella, la Hepatitis A o los enterovirus. Todos ellos pueden ser extraídos, detectados y vigilados de la misma manera. “Hay grandes oportunidades para la epidemiología basada en aguas residuales. Prevemos que, a corto y medio plazo, se aplicará en la detección de otros microorganismos patógenos y, sobre todo, para estudiar las resistencias a antimicrobianos fruto del abuso en el empleo de antibióticos. A largo plazo, se podrá utilizar para la gestión inteligente y en su conjunto del medioambiente”, augura Javier Alvarez.