La Razón (Cataluña)

Las concesione­s no frenan a los manifestan­tes iraníes

► Los activistas llaman a una huelga general de tres días pese a la abolición de la «policía de la moral»

- Ofer Laszewicki, TEL AVIV

A los iraníes que llevan jugándose el pellejo hace casi tres meses en la revolución de las mujeres, no les convenció la bomba informativ­a del domingo, en que el fiscal general insinuó el desmantela­miento de la temida «policía de la moral». Aunque fuentes locales confirmaro­n que los agentes del cuerpo encargado de hacer cumplir las normas de vestimenta islámicas llevan días desapareci­dos, muchos interpreta­ron el movimiento como una cortina de humo del régimen ante la comunidad internacio­nal. También se interpretó como un intento de rebajar las protestas.

Poco después del enorme eco internacio­nal que tuvieron las palabras del fiscal Mohammad Jafar Montazeri, los activistas anunciaron una huelga general de tres días en las principale­s ciudades del país. «No puedes emitir penas de muerte, mantener a más de 15.000 presos por alzar la voz, robar cuerpos de víctimas e intimidar a sus familias, matar a más de 450 inocentes y reivindica­r que la suspensión de la ‘policía de la moral’ supone un cambio. No lo es», opinó Omid Memarian, periodista iraní afincado en Estados Unidos.

Desde primera hora de la mañana de ayer, circularon imágenes desde Shiraz, Isfahan, Mashhad o Teherán mostrando las persianas bajadas de centenares de comercios. Pese a los persistent­es cortes de internet, el régimen no logró detener el llamamient­o al paro masivo, y el jefe de la judicatura culpó a los manifestan­tes de amenazar a los comerciant­es. En las regiones kurdas al noroeste del país, lugar de origen de la joven Masha Amini, 19 localidade­s se sumaron al paro nacional.

Los impulsores de las movilizaci­ones, en su mayoría jóvenes alejados de los valores religiosos de las viejas generacion­es, insisten en que no se rendirán hasta que caiga el régimen de los ayatolás. Ya no se conforman con la abolición de la ley que obliga a las mujeres a vestir el velo islámico, cuyo supuesto incumplimi­ento culminó en la muerte de la «mártir» Amini bajo custodia policial. De hecho, la prensa iraní contraria al régimen destacó la ambigüedad de las palabras del fiscal, que tras anunciar el desmantela­miento de la «policía de la moral» aclaró que «la justicia continúa monitorean­do conductas a nivel comunitari­o».

En buena parte del país, ya es rutinario ver a mujeres descubiert­as por las calles. Ayer un centro comercial de Teherán fue cerrado, ya que varias de las trabajador­as no portaban «hijab». En las últimas semanas, se hizo habitual ver a viajeras subiéndose a aviones sin portar el velo. El periódico «Hammihan», afiliado a los reformista­s, aseguró que los agentes de la «policía de la moral» volvieron a patrullar las calles de ciudades más allá de Teherán, alejados de las miradas de los correspons­ales extranjero­s establecid­os en el país. Desde el inicio de las protestas, el régimen impide a los reporteros foráneos salir de la capital.

Las Guardias Revolucion­arias, el cuerpo militar insignia del régimen, exigieron a la Justicia que actúe decididame­nte para amedrentar a «los acusados de crímenes contra la seguridad de la nación y el islam». Acorde a un comunicado recogido por la agencia Tasnim, las Fuerzas de Seguridad actuarán sin piedad contra «alborotado­res, matones y terrorista­s». Varios testigos confirmaro­n a Reuters que en la capital se desplegaro­n amplios contingent­es de antidistur­bios e integrante­s de la milicia «Basij».

Ante la brutal represión, la juventud sigue organizánd­ose para plantar cara. Las movilizaci­ones no tienen líderes visibles, y bajo etiquetas como «Juventud de Teherán», decenas de reductos de resistenci­a se han esparcido por pueblos y ciudades de Irán. Tratan de esparcir las revueltas en distintos puntos de una misma ciudad, para así marear y agotar a las Fuerzas de Seguridad. Se visten todos de negro para dificultar las identifica­ciones.

En un comunicado conjunto emitido por motivo del Día del Estudiante (7 de diciembre, en el que se conmemora el asesinato de varios estudiante­s de Teherán en 1953), los sublevados animan a aquellos que creen en un «Irán democrátic­o y basado en los derechos humanos universale­s, que se unan para derrocar al régimen islámico déspota».

Desde la red, «hackers» contrarios al régimen llevan días publicando direccione­s y números de teléfono de miembros de la Guardia Revolucion­aria, « Basij» o policías que atacan a los manifestan­tes en un llamamient­o a la venganza.

Los jóvenes ya no se conforman con medidas cosméticas y luchan por la caída del régimen teocrático

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AFP Una mujer iraní pasa junto a tiendas cerradas por la huelga en Teherán

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