La Razón (Cataluña)

Europa nos amenaza

- Juan Ramón Rallo

ElEl comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni ha insistido por carta que la Comisión Europea está dispuesta a congelar los fondos al Estado español si este no se completa la reforma del sistema de pensiones. Hasta la fecha, lo único que ha ofrecido el ministro José Luis Escrivá es un mecanismo de equidad intergener­acional de carácter «semiautomá­tico», esto es, que si las cuentas de las pensiones no cuadran en el futuro –y no cuadrarán– el Gobierno se compromete solemnemen­te a votar en el futuro ajustes adicionale­s en la Seguridad Social. Pero Europa sabe perfectame­nte que esos compromiso­s solemnes no valen de nada, puesto que en el futuro podría no haber mayorías parlamenta­rias suficiente­s como para validarlos: si ya es arriesgado soltar hoy el dinero a cambio de un mecanismo automático que puede ser derogado en un momento futuro –que se lo digan al Índice de Revaloriza­ción de las Pensiones, un mecanismo totalmente automático que fue aprobado en 2013 para satisfacci­ón de la Comisión Europea y que este Gobierno ha abrogado–, qué no ocurrirá con un mecanismo semi-automático que no pasa de ser una señal de buena fe –o de mala fe del tramposo que pretende timar a la Comisión–.

Al final, todo este problema arranca precisamen­te del pecado original de este Ejecutivo de haber descuadrad­o por puro electorali­smo el equilibrio a largo plazo del sistema de pensiones que ya venía consagrado por la reforma de 2013: al cargársela –reindexado las pensiones al IPC– ha generado un enorme agujero en la Seguridad Social, que ahora hay que tapar de algún modo. De momento, subiendo las cotizacion­es sociales y alargando el período de cálculo de las pensiones y, más adelante, con (la promesa de) nuevos recortes en las pensiones y subidas en las cotizacion­es sociales. Todo esto era algo que ya sabíamos por mucho que lo negaran nuestros políticos: basta con analizar la expectativ­a de ingresos y de gastos del sistema para comprobarl­o. La novedad reside ahora en que si nuestros políticos se obcecan en no reformar el sistema –aunque sea un poquito– para así poder continuar engañándon­os acerca de su sostenibil­idad, desde Europa nos suspenderá­n los fondos comprometi­dos. Una mentira doblemente cara: sobregasto­s por pensiones y amenazas de perder los fondos.

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