La Razón (Cataluña)

La guerra de Einstein

Su padre fue un preso político en la antigua Yugoslavia y eso ha marcado su carácter a veces incontenib­le. Es un apasionado de la ciencia, de ahí su apodo

- Francisco Martínez. MADRID

Granit Xhaka es un futbolista de sangre caliente, lo que muchas veces le ha costado algún disgusto. En el Mundial de Qatar fue a la «guerra» contra Serbia en lo que era mucho más que un partido de fútbol. Se pegó con todos en el campo y después mostró una polémica camiseta que no era suya, era la de su compañero Jashari, apellido que coincide con el del fundador del Ejército de Liberación de Kosovo, que fue ejecutado junto a otras 60 personas por el ejército serbio en 1998. ¿Era la respuesta a la imagen que se filtró del vestuario de Serbia, en la que se veía una bandera contra la soberanía de Kosovo? El conflicto de los Balcanes está muy presente en el centrocamp­ista: aunque juega en Suiza, donde nació, es de origen albano-kosovar. Su padre, Ragip, estuvo en la cárcel por unas protestas contra el gobierno central comunista en Belgrado en 1986. Le condenaron a seis años y, según contó el futbolista en «The Guardian», compartía una celda con otros cuatro hombres y lo dejaban salir únicamente una vez al día, durante diez minutos. «Hasta donde yo sé, sus primeros meses en la cárcel estuvieron bien. Pero luego comenzaron las palizas», sigue contando Xhaka en la entrevista, aunque tiene la impresión de que muchas cosas se las guarda, no las quiere decir. La madre había conocido a Ragip tres meses antes, y le esperó durante los tres años y medio que estuvo finalmente encarcelad­o. Al salir, se fueron a Suiza. «Comenzamos con menos de cero», confesaba Xhaka en el medio inglés. «No teníamos nada, no conocíamos a nadie allí. Es difícil para la gente comprender hoy el efecto de algo así. Definitiva­mente es parte de mi carácter ser una persona fuerte. Nunca me he escapado de nada», asegura el mediocentr­o, que tiene un hermano, Taulant, que juega para la selección de Albania después de haber estado en las inferiores de Suiza desde la sub’17.

Granit siempre ha jugado con Suiza e incluso estaba en el equipo que en 2009 se proclamó campeón del mundo sub’17. Tras dos años en el Basilea pasó al Borussia Mönchengla­dbach y de ahí, al Arsenal en 2016, donde sigue, aunque estuvo a punto de salir en el invierno de 2019. La llegada de Arteta al banquillo y una larga conversaci­ón que tuvo con él hicieron que se mantuviera en el conjunto «gunner». Aunque esa charla empezó con un: «No puedo volver a vestir esta camiseta». Es más, lo tenía todo hecho para marcharse al Hertha Berlín. Xhaka acababa de ser sancionado en el club londinense y le habían quitado la capitanía por enfrentars­e a sus aficionado­s e incluso insultar a uno después de que le silbaran al ser cambiado en un partido en el Emirates ante el Crystal Palace.

Cosas de la sangre caliente, que le ha costado hasta trece expulsione­s en toda su carrera, aunque esta temporada parece que ha logrado dominar el temperamen­to. Está siendo uno de los futbolista­s destacados en el Arsenal líder de la Premier, con una posición más libre, más adelantada. Su promedio de kilómetros por partido en su club ronda los 11,5 y su disparo desde fuera del área es demoledor. En la selección sí es el capitán y fue donde le pusieron el apodo de «little Einstein» (pequeño Einstein) por su interés por la ciencia. Está en su tercer Mundial absoluto y en los otros dos, los octavos fueron su límite: en Brasil 2014 Suiza cayó en la prórroga ante Argentina (1-0) y en Rusia 2018 no pudo con Suecia (1-0). Quien está delante en Qatar hoy son Portugal y Cristiano Ronaldo.

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