La Razón (Cataluña)

Barcelona, en manos de 150.000 indecisos

► La abstención también será protagonis­ta en la batalla más apretada de la década, con Collboni y Colau como favoritos

- Cristina Rubio. BARCELONA

BarcelonaB­arcelona emite hoy su veredicto a los dos mandatos de Ada Colau y decide su futuro político, un resultado que agitará el tablero de cara a las elecciones generales de final de año. Con el pronóstico más incierto de la última década, Jaume Collboni (PSC) y la misma Colau (Barcelona en Comú) son los favoritos para la victoria por delante de Xavier Trias (Junts), a tenor de las últimas encuestas publicadas. La batalla también se prevé feroz en la parte media de la tabla, con el PP de Daniel Sirera en claro crecimient­o.

Máxima igualdad tras una campaña sin sobresalto­s en Cataluña, con el «procés» independen­tista guardado en un cajón y los principale­s líderes –en especial, el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez– pendientes de lo que ocurrirá este 28-M en Barcelona y su cinturón metropolit­ano.

Con una pugna apretada hasta el final, el resultado se resolverá con una «foto finish» en la que cada papeleta cuenta, y mucho. En total, están llamadas a las urnas este 28 de mayo hasta 1.108.175 personas, un 3% menos que hace cuatro años y a la inversa de lo que ocurre en el conjunto de toda Cataluña (+1,2%).

A principios de esta semana, el CIS publicó una encuesta flash que anunciaba que el 25,5 % de los ciudadanos decide el sentido de su voto durante la campaña y un 14% lo hará hoy mismo, a última hora y justo antes de acudir al colegio colegio electoral. Por tanto, Barcelona está en manos de 150.000 indecisos, decisivos para definir el próximo rumbo de la ciudad.

Otro de los grandes enemigos de esta contienda electoral es la abstención, tradiciona­lmente alta en la capital catalana. Hace cuatro años, en 2019, fue del 33,8%; en 2015 se elevó hasta prácticame­nte el 40%; y en 2011 se situó en el 50%. Es decir, la mitad del electorado no acudió a las urnas en los comicios en los que ganó Trias. La tendencia es a la baja en la última década, aunque estas municipale­s son las primeras elecciones lejos del bullicio del «procés» y es una incógnita saber cómo responderá­n los barcelones­es.

La campaña ha servido a los partidos para cuestionar la Barcelona de Colau y confirmar el rechazo a sus principale­s obras de gobierno: las supermanza­nas, el tranvía, el servicio de limpieza, la seguridad o los carriles bici se van a ver sometidos a un profundo escrutinio dependiend­o del futuro alcalde. Por ejemplo y sobre movilidad, tanto el PSC como Junts recelan de la unión del mencionado tranvía por la Diagonal, mientras mientras que el PP –que puede tener la llave de la gobernabil­idad, dependiend­o del resultado– ya ha fijado como línea roja revisar los ejes verdes proyectado­s en el centro de la ciudad para pactar.

De hecho, el tablero poselector­al ha sido objeto de debate y disputa en los últimos días. Ada Colau se ha esforzado en alertar de una alianza entre el PSC y Junts para el Consistori­o y ha pedido concentrar el voto progresist­a en su figura. Y Collboni se ha esmerado en marcar distancias con la actual alcaldesa, erigirse en la «izquierda de verdad» y reivindica­r el legado socialista para llamar a la movilizaci­ón. Trias, medio paso por detrás, ha escondido las siglas de Junts y la influencia de Puigdemont en una campaña conservado­ra. En cambio, el PP de Daniel Sirera ha marcado perfil y ha ido en clara expansión.

Pase lo que pase, lo cierto es que Barcelona vuelve a estar en el centro de la diana y es una plaza clave para los socialista­s, con el independen­tismo en un segundo plano. Recuperar la capital catalana 12 años después es el «todo o nada» de Pedro Sánchez.

El PP aspira a crecer, a tener la llave y a ser determinan­te en los pactos

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EFE La tradiciona­l imagen de los candidatos ante el Ayuntamien­to de Barcelona, ayer

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