La Razón (Cataluña)

Un referente milenario

- Juan José Omella Juan José Omella es Cardenal Arzobispo de Barcelona

EnEn el clima alegre del tiempo pascual, en plena primavera, esta semana la sagrada liturgia nos ha invitado a celebrar la fiesta de los dos patrones de Cataluña: san Jorge, patrón secundario, y la Virgen de Montserrat, patrona principal de Cataluña.

Ayer tuve la alegría de presidir la celebració­n de la Eucaristía, con motivo de la solemnidad de la Virgen en el monasterio de Montserrat, acompañado por el Padre Abad, la comunidad de monjes y miles de peregrinos.

La fiesta de la Virgen de Montserrat se celebraba, como todas las festividad­es marianas, el 8 de septiembre, que es cuando celebramos la fiesta del nacimiento de María. En el año 1881, cuando el papa León XIII la declaró «patrona de todo el principado de Cataluña», se pidió que también tuviera una fiesta propia. En 1914 se decidió que el día de la celebració­n de nuestra patrona fuera el 27 de abril.

Desde entonces, año tras año, rezamos desde el corazón a nuestra patrona con los entrañable­s versos del Mn. Jacint Verdaguer: «Rosa de abril, morena de la sierra, de Montserrat estrella, iluminad la catalana tierra, guíanos hacia el cielo».

Este año, además, tenemos una noticia muy significat­iva: el próximo 8 de septiembre comenzará formalment­e la celebració­n del milenario del monasterio de Montserrat. En un tiempo en el que aparenteme­nte todo es efímero, es providenci­al esta efeméride que nos recuerda la importanci­a de edificar nuestra vida sobre la roca que es Cristo.

El Padre Abad del monasterio, Manel Gasch i Hurios, en una de sus primeras declaracio­nes como abad, realizadas a la revista Serra d’Or (n. 748), se refirió al Milenario y a la preparació­n de su celebració­n. La comunidad de Montserrat lleva años trabajando en la preparació­n de este evento histórico con la voluntad de ayudarnos a vivirlo con intensidad, dejando que toque nuestros corazones y nuestras almas.

El Padre Abad, en relación con el proyecto del Milenario, ha destacado la importanci­a de la evangeliza­ción. Asimismo, resalta que Montserrat es una presencia de vida monástica en medio del mundo, una presencia de Jesucristo y de la Virgen María.

Este milenario es una oportunida­d para reafirmar los valores del monasterio de Montserrat. En este sentido, hago míos los anhelos del Padre Abad sobre el servicio y la misión del santuario de Montserrat en nuestra sociedad, cuando dice: «A mí me gustaría que fuéramos un referente cristiano, un referente válido con un mensaje de Jesucristo y del Evangelio, que da felicidad y que construye la sociedad».

Queridos hermanos y hermanas, ya veis que no nos faltan motivos de oración ni de acción de gracias.

Este domingo, pidamos a santa María, Madre de Dios, bajo la advocación de Montserrat, que nos ayude a hacer el bien, a anunciar a Jesucristo y su Evangelio, a potenciar la comunión y a orar juntos por la tan anhelada paz en el mundo.

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