El gran señor de la banca
El ex presidente del BBVA fallece a los 82 años tras sufrir un derrame cerebral
Emilio de Ybarra y Churruca (San Sebastián, 1936) fue toda su vida un apasionado del mar. Apenas Apenas hace unos días disfrutó al navegar en el buque Juan Sebastián Sebastián Elcano en la visita que hizo el barco escuela a Guetaria, en el V centenario del inicio de la primera primera vuelta al mundo, completado completado por el marino de esa localidad. Regresó feliz de esa breve singladura, singladura, pero también muy mareado mareado y canceló los compromisos previstos para estos días: un almuerzo almuerzo con un antiguo colaborador colaborador en el banco y una reunión con un periodista que prepara un libro libro sobre Francisco González (FG), su sucesor en el BBVA y el hombre que lo traicionó y lo ejecutó ejecutó civilmente. A pesar de todo, Ybarra tiene su propio y merecido merecido hueco en la historia más moderna moderna de la banca española. Trabajador y, para algunos algo ingenuo, es difícil encontrar a alguien que no hable bien de él, aunque tuvieran diferencias.
Emilio de Ybarra fue el último banquero vasco en el sentido clásico, es decir, con una participación participación significativa –no testimonial– testimonial– en el capital del banco que presidió. Miembro de una saga de industriales y financieros del País Vasco, fue también el hombre hombre que, en los años noventa del siglo XX, recuperó parte del poder poder e influencia de la histórica burguesía vasca, surgida de la industrialización. Hijo de Santiago Santiago de Ybarra y de Dolores Churruca Churruca Zubiría, se quedó huéfano al poco de nacer. Su padre, junto con varios miembros de la familia familia Ybarra, e implicado vagamente vagamente con el bando sublevado, murió en el buque-cárcel El Abra, controlado controlado por los republicanos. Emilio de Ybarra creció bajo la protección de su abuelo Alfonso Churruca y Calbetón, diputado maurista por Guipúzcoa en 1919, y luego presidente de la Junta de Obras del Puerto y Ría de Bilbao, de Altos Hornos de Vizcaya y uno de los hombres fuertes del entonces entonces Banco de Bilbao. Su abuela, Teresa Zubiría Urízar, también era de otras dos de las principales familias de industriales y financieros financieros vascos.
La tradición familiar conducía a Emilio de Ybarra a la industria o a la banca, o a ambas. Estudió en la Universidad Comercial de Deusto, el Harvard vasco, y se licenció en Derecho y Económicas. Económicas. Su primer trabajo fue en una empresa industrial de minas, Orconera. Muy pronto pasó al Banco de Bilbao, en donde empezó empezó en una sucursal. El Banco de Bilbao era, por delante de su rival el Banco de Vizcaya, la gran entidad entidad financiera vasca, que dió un gran salto adelante con la presidencia presidencia de José Ángel Sánchez Asiaín (1974-1988), considerado como el primer banquero español español moderno. Fue él quien nombró nombró a Emilio de Ybarra consejero delegado en 1976 y vicepresidente vicepresidente en 1986. Ambos colocaron al Banco de Bilbao a la vanguardia del sistema financiero español. A finales de 1987, Sánchez Asiaín lideró el intento fallido –OPA incluida– incluida– de hacerse con el control de Banesto, una operación que, de rebote, elevó a Mario Conde a la presidencia de la entidad opada. opada. También de rebote, el Banco de Bilbao y el Banco de Vizcaya acordaron una fusión que dio origen al BBV (Banco Bilbao Vizcaya), copresidido por Sánchez Sánchez Asiaín y Pedro Toledo. La muerte prematura de este último desató una crisis por el poder en la entidad. Los consejeros históricos históricos del Bilbao, por una parte, y del Vizcaya, por otra, protagonizaron protagonizaron un enfrentamiento que, mediación incluida del Banco de España, se saldó con la designación designación de Emilio de Ybarra como presidente. Su nombramiento también suponía que, tras años en segundo plano, la burguesía industrial y financiera vasca –conocida –conocida como «Neguri»– volvía a tener a uno de sus miembros al frente del BBV, convertido en un gigante financiero que empezaba a ser relevante en el mundo y aspiraba a «todo».
Emilio de Ybarra, entre 1990 y 1999, lideró «la época dorada» del BBV, tanto en España como en Iberoamérica, en donde se expandió, expandió, casi siempre con adquisición de entidades locales, en países como Perú, Colombia, Chile, Brasil y, sobre todo, México. Fueros Fueros los tiempos de la rivalidad, de igual a igual, con el Santander, que creció, primero con la adquisición adquisición de Banesto y luego con la absorción del Central-Hispano. Ybarra encabezaba un equipo muy eficiente, con Pedro Luis Uriarte –el mejor ejecutivo ban