La Razón (Levante)

Ni pies ni cabeza

- Cristina López Schlichtin­g

LeLe estaré agradecida toda mi vida. Se portó muy bien conmigo». María Jesús recuerda el momento en que Pedro Toro y su pareja, Isabel Cano, se ensañaron con ella en Mála-ga Mála-ga y Borja salió en su defensa. «No entiendo por qué me seguían pateando la cabeza, si ya tenían el bolso», dice de los delincuent­es. Y reitera su deuda moral con el joven que se ha hecho famoso por salvarla y que, a cambio, ha sido condenado a dos años de prisión y 178.000 euros, porque el agresor se cayó, de resultas de sus puñetazos, y, lamentable­mente, se rompió la cabeza.

De verdad que esto no hay quien lo entien-da. entien-da. He repasado la historia, por ver si hay en-sañamiento, en-sañamiento, crueldad, y no. Borja, de 22 años, buen estudiante, deportista del surf, que tra-baja tra-baja para ayudar a sus padres, no es conflic-tivo. conflic-tivo. El delincuent­e que atacó a María Jesús estaba perseguido por la policía. Se le buscaba para encarcelar­lo. Tenía tras de sí una triste historia de consumo de drogas cuyos últimos hitos incluían robos con fuerza, hurtos con violencia, y falsificac­ión de documentos. Ha-bía Ha-bía abandonado a sus hijas. En mayo de 2014 se quedó dormido al volante, por la heroína y la coca, y se estrelló con el coche. Sus lesiones físicas eran frecuentes, entre ellas, rotura de mandíbula. El destino de Pedro Toro llevaba una trágica cruz, marcada por la marginali-dad marginali-dad y la adicción, pero que no lo hacía menos peligroso para María Jesús.

El día de los hechos, Borja y unas amigas vieron a la señora en el suelo, pateada por la pareja de delincuent­es, que salieron pitando con su bolso. El chico salió tras el hombre y lo golpeó dos veces, segurament­e con todas sus fuerzas. Rescató el bolso y se lo devolvió a la mujer. La acompañó a su casa. Pedro Toro había caído mal y padeció un traumatism­o cráneoence­fálico y rotura del maxilar. Ingre-só Ingre-só en el hospital y falleció dos días después. La observació­n del juez de lo penal número 9 es casi incomprens­ible: «No se observa una necesidad racional de utilizar la fuerza para impedir o repeler la agresión (…) pudiendo haber utilizado otros medios o formas como, por ejemplo, seguir al delincuent­e y llamar a la policía».

Tras confirmars­e la sentencia en la Audiencia Provincial, el fiscal ha pedido la suspensión de la pena. Si no se le escu-cha, escu-cha, abandonare­mos toda esperanza de ser auxiliados. Concluirem­os que la supuesta «proporcion­alidad», no es más que un acicate para no defenderno­s, ante el riesgo de dañar al delincuent­e. Vox ha salido al paso de esta injusticia y ha propiciado una colecta para pagar lo que el juez reclama, pero esto no es un asunto político. Es mera sensibilid­ad social.

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