La Razón (Levante)

El carro parado

- Abel Hernández

ElEl carro de la política sigue parado. Pedro Sánchez suspendió el examen en julio y se presenta en septiembre sin hacer los deberes. Y culpa a los demás de su fracaso. El bloqueo conduce, si no hay quien lo remedie en el último minuto, como sugiere Ábalos, a una repetición de las elecciones. De seguir así, el Rey no puede volver a encargar al dirigente socialista que se presente en el Congreso a ver si suena la flauta por casualidad. Otra investidur­a fallida afectaría seriamente al prestigio de la Corona. Como Sánchez no está dispuesto a hacerse a un lado, tras los reiterados rechazos y dejar vía libre a otro candidato aceptable de su mismo partido, no queda otra salida que la vuelta a las urnas. Esa es hoy la apuesta general. Pero nadie garantiza, ni siquiera el mago Tezanos, que el resultado del 10 de noviembre cambie las cosas y permita moverse al carro. Ésta es la situación cuando se acercan fuertes turbulenci­as en Cataluña, en Europa y en el universo económico.

A partir de ahora se intensific­arán las presiones

presiones al resto de las fuerzas políticas, sobre todo a Podemos, exigiendo una rendición sin condicione­s. A Pablo Iglesias le van a acusar de impedir por tercera vez un gobierno de izquierdas en España, sin tener en cuenta que gracias a él llegó Pedro Sánchez a La Moncloa, aunque fuera por la puerta falsa de una moción de censura. Digo que el PSOE ha desatado una descarada operación de propaganda destinada a machacar a UP y librarse así de un poderoso competidor por su izquierda. Y, de paso, emprende una campaña contra Ciudadanos para recuperar terreno por su derecha. El hecho de que Albert Rivera no acuda –ni está ni se le espera– a las citas del presidente en funciones, sirve de pretexto para acusarlo de irresponsa­ble e inconsiste­nte. Pero Rivera dejó claro desde el principio que no quería tratos con el actual inquilino de La Moncloa porque no se fiaba de él. No ha engañado a nadie. En cuanto a Pablo Iglesias, resulta que consultó a las bases y éstas exigieron por mayoría abrumadora que Gobierno de coalición o nada. Así que también es consecuent­e. Y un dato: se supone que el programa que presenta ante los diputados el candidato a presidir el Gobierno es el que pactó con el electorado. El nuevo programa que está hilvanando en sus reuniones con los colectivos sociales – el falso serial por entregas del verano– no es para la investidur­a sino para las nuevas elecciones. La campaña se hace desde el carro parado.

El bloqueo conduce, si no hay quien lo remedie en el último minuto, como sugiere Ábalos, a una repetición de las elecciones»

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