La Razón (Levante)

«Si Rocío Jurado estuviera viva no habría cismas en su familia», dice Marina Bernal, que presenta hoy su biografía definitiva

LA ESCRITORA MARINA BERNAL PRESENTA EN CHIPIONA LA BIOGRAFÍA DEFINITIVA DE LA TONADILLER­A CON ANÉCDOTAS INÉDITAS

- Marisol Suárez - Chipiona

LaLa familia de Rocío Jurado vivirá hoy martes en Chipiona una noche muy especial con motivo de los actos relacionad­os con la X Semana Cultural dedicada a «la más grande». Y es que la escritora y periodista, Marina Bernal, presenta «Canta, Rocío, canta», una biografía de la tonadiller­a con ciento cincuenta fotos inéditas, entrevista­s, anécdotas y pasajes poco conocidos de la vida de la Jurado. La autora fue buena amiga de la chipionera y mantiene una excelente relación con su familia. «Conocí mucho a Rocío, compartimo­s muchas cosas, era una persona excepciona­l, con una calidad humana y profesiona­l fabulosas. No todo el mundo era consciente de su valía interior, y eso es lo que destaco en el libro. Tenía inteligenc­ia natural, la fue cultivando con el tiempo, poseía una gran habilidad para saber cómo eran las personas con solo mirarlas, fue muy generosa con aquellos a los que veía sufrir y les ayudaba en lo posible…»

–Se entregaba a los demás sin pedir nada a cambio.

–Efectivame­nte. Le pagaba los recibos de la luz a gente sin recursos, incluso le buscaba médicos a los enfermos… Hay una anécdota muy curiosa: en una ocasión transitaba con su hermano Amador en un coche por Madrid y vio que un hombre agredió a una mujer en medio de la calle. Se bajó del automóvil y se puso en medio de esas dos personas. Y es que intervenía en cualquier situación que ella considerab­a injusta. Rocío era tremendame­nte feminista en una sociedad machista y cerrada ante los derechos de la mujer. Tenía una mente abierta para luchar por la igualdad de sexos. Parecía una mujer muy fuerte, algo fría y que podía con todo, pero luego era súper sensible y vulnerable. Pertenecía a un matriarcad­o en el que se abogaba por la integració­n laboral femenina.

–A su hermano Amador le consentía todo… ¿Se fiaba plenamente de él?

–Conocía perfectame­nte a Amador, y viceversa, entre ellos se entendían sin hablarse. Rocío era, en cierto modo, la «madre» de su hermano, porque ante la prematura muerte materna, le educa, le cría, fomentaba sus habilidade­s artísticas… De hecho él se encargaba de la dirección de sus espectácul­os.

Cuando Amador le dijo a su mediática hermana que acababa de sacarse el carnet de conducir, cuenta Marina, «enseguida le encomendó la tarea de llevar de un lado para otro a sus músicos. Se llevó así muchos años… Luego se encargaba de los aspectos técnicos, y, finalmente, se convirtió en representa­nte y hombre de confianza de Rocío.

–¿Una persona tan lista nunca llegó a intuir el futuro cisma familiar?

–No, porque la familia estaba unida por aquel entonces gracias a ella, que se había convertido en la nueva matriarca. Rocío ponía orden en las discusione­s. Y todos obedecían.

–¿Qué opina del distanciam­iento total de su hija Rocío Carrasco del resto de los suyos?

–Ha sido por decisión propia, igual que no la vemos en los actos celebrados en Chipiona en recuerdo de su madre. Lo que está muy claro es que si Rocío Jurado viviera, evidenteme­nte,

no existiría ese distanciam­iento familiar. Ya se habría ocupado de mediar para unirlos a todos. Era una persona que unía, una pacificado­ra, una conciliado­ra nata.

–¿Fue consciente, tras descubrirl­e el cáncer de páncreas, de que le quedaba poco tiempo de vida?

–No era consciente de la gravedad de su estado. Estuvo apostando por la vida hasta sus últimos momentos. Es más, le dijo a su amigo Antonio Burgos que cuando se sintiera un poco mejor acometería nuevos proyectos profesiona­les. Uno de ellos era sacar con Antonio un libro en primera persona, una especie de autobiogra­fía definitiva.

–¿Es lícito que Rociíto monopolice la figura de su madre en los espectácul­os teatrales que organiza en su honor?

–Bueno, es la heredera universal de su madre, y tiene derecho a hacer lo que crea oportuno. Y si no tiene relación con el resto de su familia, cómo les iba a comunicar sus propósitos. Mira, cada uno ha gestionado a su manera el dolor por la muerte de Rocío Jurado. Mientras los Mohedano han expresado ese dolor públicamen­te, la hija lo ha hecho hacia dentro. Y tan respetable­s son los unos como la otra. No se puede medir quién lo pasa peor, todos lo han pasado muy mal. Siguen sufriendo todos. El amor hacia Rocío es general.

Según la autora, «esté donde esté, Rocío estará orgullosís­ima de ver a su viudo, José Ortega Cano, tan feliz con su actual esposa y su hijo. Apostaba por el amor y por la vida». Tenía una incuestion­able capacidad de liderazgo. Desde luego, era una líder nata. Pero mandaba con cariño, no imponía. Era muy cariñosa con todo el mundo.

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SEVILLAPRE­SS Rocío Jurado en una fotografía inédita incluida en su biografía «Canta, Rocío, canta»
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