Una repetidora con deberes hechos
ISABEL CELAÁ Ministra de Educación y FP
Como buena repetidora, la ministra de Educación Y Formación Profesional, Isabel Celaá Diéguez, (Bilbao, 1949) se sabe ya el temario de su cartera, pero tendrá que tirar del talante dialogante que se le atribuye ante una legislatura que se avecina polémica. El cometido de esta licenciada en Filología Inglesa y Derecho y con amplia trayectoria política en el País Vasco se centra de lleno ahora en la educación, relegada a un segundo plano en la anterior legislatura por su puesto como portavoz del Gobierno.
Dejó «empaquetada» en el Congreso la reforma de la Lomce sin el consenso de la comunidad educativa, que no se pudo tramitar por la convocatoria de elecciones, pero el trabajo está hecho. Y tampoco tendrá que introducirle muchos cambios ahora que tiene como socios a los morados, porque las líneas generales de su reforma están recogidos en el acuerdo con Podemos.
La Ley Básica de Educación que impulsará expulsa a la Religión del grupo de asignaturas que sirven para hacer media, relega a la concertada para que la escuela pública tenga preeminencia en la programación de la oferta de plazas escolares, propone integrar integrar a alumnos de escuelas especiales en aulas ordinarias, devolver más competencias a las autonomías que tienen lengua cooficial para que elijan en qué lengua se debe enseñar, y pone en el punto de mira a la educación diferenciada.
La otra gran apuesta de su ministerio será la FP. Ya se ha aprobado un plan estratégico destinado a modernizar estas enseñanzas. Ahora falta desarrollarlo.
En su hoja de ruta figura garantizar que la financiación para la educación llegue al 5% del PIB en 2025, planes específicos contra el fracaso escolar y el acoso o la universalización de la educación de cero a tres años a través de la red pública. Ahora bien, habrá que olvidarse de que pueda haber un pacto de Estado en educación, la gran asignatura pendiente, que ahora resulta más utópico que nunca por la fragmentación del Congreso.