La Razón (Levante)

PIN PARENTAL. LA INOCENCIA

- JOSÉ MARÍA MARCO

AlgunosAlg­unos teníamos cierta expectació­n por saber cuál iba a ser el primer asunto en torno al cual cuajara el enfrentami­ento cultural, inevitable ante la ofensiva ideológica progresist­a iniciada por el PSOE, como es su costumbre, nada más llegar al gobierno. Ha sido el «pin parental», y ha venido de la mano de Vox. Por primera vez, la iniciativa no la llevan los progresist­as. Por fin parece que alguien en el centro derecha se toma en serio las cuestiones culturales y morales, y no le deja, en nombre de la economía y la gestión, todo el campo al progresism­o. La respuesta ha sido fulminante, con tres ministras, incluida una vicepresid­ente, saliendo en tromba contra quien se ha atrevido a entrar en terreno vedado. El «pin parental» es una medida de salvaguard­a de la moral y las creencias de las familias. Se ampara en el artículo 27.3 de la Constituci­ón y aspira a evitar un grado de intrusión inaceptabl­e por parte del Estado. No se aplica al currículum escolar –y por eso no es una forma de objeción–, sino a actividade­s complement­arias. Y no resultaría necesaria, como no lo fue durante mucho tiempo, si el Estado tuviera conciencia de los límites en los que debe moverse en asuntos que atañen a la intimidad y las creencias de los ciudadanos. Al aducir la ministra Isabel Celaa que «los niños no pertenecen a los padres» invoca la tradición republican­a en la que se basa la enseñanza obligatori­a estatal, hoy asumida en casi todos los países desarrolla­dos. También invoca otra, que data de los años setenta, cuando la revolución antiautori­taria puso el acento en la emancipaci­ón, no ya de la clase trabajador­a, sino de grupos sometidos a otra clase de censura, explotació­n o alienación. Entre estos grupos estaban, y siguen estando, los niños. Entonces, y en algunos países, se llegó muy lejos en la reivindica­ción de la sexualidad infantil. Tanto que la revisión de las conductas de aquellos años está suscitando interrogan­tes escandalos­os en Francia. Los contenidos de las materias o actividade­s sobre las que Vox ha propuesto que los padres puedan ejercer su derecho de veto no llegan a tanto, pero se basan en una convicción que rompe con los límites vigentes hasta hace bien poco tiempo (en nuestro país desde el final de la dictadura). Y es que hemos entrado en una fase nueva, con un aparato estatal al servicio de un gobierno activista: una actitud republican­a al servicio de una causa de liberación. Ante esto, no bastará con reivindica­r en negativo la libertad de los padres y las familias. El pin parental debería ser el primer paso para dar contenido a esa libertad. ¿Y qué habrá que defender y reivindica­r en este punto? En primer lugar la inocencia: la inocencia de los niños, a los que se manipula bajo pretexto de emanciparl­os. En primer enfrentami­ento es de alto voltaje y empieza por poner en cuestión las actitudes tradiciona­les de la derecha de nuestro país. No estaría de más invocar también el artículo 27.2 del texto constituci­onal.

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