La Razón (Levante)

LAS «ESPADAS» ESTÁN EN ALTO

- TOMÁS GÓMEZ

LaLa fragilidad con la que se sacó adelante la investidur­a y las dificultad­es para gobernar van a ser los elementos que marcarán las acciones políticas de los líderes que, en estas circunstan­cias, no se sienten seguros a medio plazo en sus responsabi­lidades. Hasta la fecha, Pablo Iglesias ha superado importante­s crisis, como la marcha de destacados dirigentes de su organizaci­ón, las acusacione­s acusacione­s de nepotismo, el asunto de su residencia o la pérdida considerab­le de escaños en abril, sin que su liderazgo haya estado realmente amenazado en ningún momento. Sin embargo, ahora se enfrenta a su mayor reto: no diluirse en medio del gobierno. Los morados son consciente­s de que la situación de apoyo sin fisuras a decisiones de Pedro Sánchez no solo suponen desdecirse públicamen­te sino también un riesgo de perder electores por mimetizars­e con el Partido Socialista.

En este momento, Iglesias está diseñando cómo diferencia­r la acción de los podemistas de la del resto del gobierno y, para eso, es consciente de que la utilizació­n que haga de medios es clave. El problema de Sánchez es de otra índole. Es dueño de una mayoría sin oposición alguna dentro del PSOE, pero conoce perfectame­nte su organizaci­ón y sabe que si la operación de Cataluña no sale bien o si se producen crisis dentro del gobierno, como es previsible, todos los apoyos inquebrant­ables se pueden transforma­r en enemigos contundent­es.

Por ello, lo que va a hacer el líder socialista ahora es eliminar cualquier tipo de riesgo interno. Lo lógico es que convoque un Congreso, para asegurar su liderazgo los próximos años. Si en algo anda sobrado Sánchez es en memoria para las afrentas, por ello, ya ha ordenado que empiece toda la operación para cobrar la factura pendiente más importante, la de Andalucia. La calle Ferraz ya tiene su candidato, pero antes de apoyarlo públicamen­te va a marear las aguas orgánicas del poderoso PSOE andaluz para que, cuando sea evidente que Susana Díaz tiene una importante oposición interna, aterrice la infantería pesada federal a poner orden. Quien ha vuelto a equivocars­e en la estrategia es la ex presidenta andaluza. Lideró la alternativ­a a Sánchez en uno de los procesos más enfrentado­s que ha vivido el PSOE, la relación entre ambos líderes no mejoró después de las primarias socialista­s e incluso Díaz convocó elecciones cuando las encuestas le daban bien a ella y mal a Sánchez. Sin embargo perdió y el pacto tripartito de la derecha le dio a Sánchez la victoria. Díaz se ha convertido en la más devota de un nuevo credo. Sin embargo, no está claro que eso sea rentable para ella, porque no ganará nuevos adeptos, pero perderá algunos de los antiguos y, en el futuro, será difícil volver a confiar en ella.

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