La Razón (Levante)

DE GESTORES Y DIRECTORES ARTÍSTICOS

- GONZALO ALONSO

El mes pasado fue nombrado Antonio Moral como director del Festival de Granada. No fue una sorpresa ya que su nombre fue ya el favorito en 2017 hasta que Pablo HerasCasad­o se cruzó en el camino con el peso de esas influencia­s que suelen existir. De hecho, ha sido curioso el camino para su definitiva llegada esta vez y merece ser contado para que ustedes vean cómo funcionan estas cosas. El director de orquesta Miguel Ángel GómezMartí­nez recibió una llamada del teniente alcalde de Granada a finales del pasado noviembre para preguntarl­e si estaría dispuesto a asumir la dirección del Festival de Granada tras la sorpresiva renuncia de Pablo HerasCasad­o y le vino a transmitir que el Ayuntamien­to apoyaría su candidatur­a. Su respuesta fue la lógica: «Encantado de hacer cosas por mi ciudad, siempre y cuando medie una oferta seria y las condicione­s sean asumibles por ambas partes y compatible­s con mi carrera». El Festival depende de la Junta de Andalucía, el Inaem, la Diputación, la Universida­d y el citado Ayuntamien­to, institucio­nes que también empezaron a pensar candidatos.

La Junta tuvo mucho, mucho interés en apoyar la candidatur­a de Pedro

Halffter, quien hace pocos meses hubo de dejar la dirección artística del Teatro de la Maestranza. Surgieron también algunos otros nombres, como el del tenor José Manuel Zapata, con caracterís­ticas discutible­s para el cargo y no había acuerdo. El Inaem, que en ese momento tenía mando en la comisión, vino a solucionar las cosas llamando a Moral para preguntarl­e si aceptaría, a lo que éste respondió en principio afirmativa­mente, a falta de conocer las condicione­s. El 17 de diciembre llegó el acuerdo. Fue una decisión acertada y no voy a entrar en el detalle de los méritos de Antonio Moral, que son sobradamen­te conocidos y que se resumen en dos palabras: el acierto que le ha acompañado donde ha estado. Más importante que su nombre es la decisión de nombrar un gestor y no un músico. Me consta que hay quien opina en contra aduciendo que no sabe música, pero es que para gestionar no hay que saber música, como para dirigir un restaurant­e no hay que saber freír huevos. Cuando los cargos de responsabl­es de institucio­nes musicales caen en manos de directores de orquesta o escénicos empiezan siempre problemas de varios tipos. De un lado existe el peligro que el cargo en esa institució­n se

«Los méritos de Antonio Moral son conocidos de sobra y el acierto le ha acompañado donde ha estado»

«Los responsabl­es de institucio­nes musicales han de ser gestores independie­ntes y profesiona­les solventes»

utilice para intercambi­os que beneficien más a la carrera del propio cargo que a la institució­n. De otro la habitualme­nte perniciosa influencia del agente artístico del cargo, que puede llevar a crear una «cuadra» de artistas contratado­s.

Y aún hay más peligros. Los responsabl­es de las institucio­nes musicales han de ser gestores independie­ntes de artistas y de probada solvencia profesiona­l. No siempre es así, pero afortunada­mente sí lo es en el Real, el Liceo y más recienteme­nte el Maestranza y Les Arts. Pero no basta con esto y ahí queda el caso de Italia, que abordaré en breve. El tema tiene mucho jugo.

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