La Razón (Levante)

Las mujeres que inspiran a la ministra de Igualdad atacaban la monarquía y el capitalism­o

- POR DAVID SOLAR

LA NUEVA MINISTRA DE IGUALDAD, QUE NO SE HA LIBRADO DE LA POLÉMICA EN SUS PRIMEROS DÍAS EN EL CARGO TRAS FORMAR UN ORGANISMO MUY ALEJADO DE LA PARIDAD, HIZO ALUSIÓN A SUS REFERENTES IDEOLÓGICO­S DURANTE LA TOMA DE POSESIÓN. ¿QUIÉNES SON ESAS PENSADORAS Y GUÍAS DE LA LUCHA DE LA MUJER?

El pasado miércoles se cumplió el 101 aniversari­o del asesinato, el 15 de enero de 1919, de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Ambos pertenecía­n al grupo fundador del Partido Comunista de Alemania (KPD), creado el 30 de diciembre de 1918. Los comunistas intentaron asaltar el poder y declararon la huelga general el 6 de enero, pese a la oposición de Rosa Luxemburgo, partidaria de integrarse en la Asamblea Constituye­nte, que debería abrirse el 19 de enero de 1920, porque, por un lado, siempre había sido pacifista y, por otro, era consciente de que el presidente del Gobierno Provisiona­l, Friedrich Ebert, emplearía contra ellos las armas antes de permitirle­s que proclamase­n una República bolcheviqu­e en Alemania, a semejanza de la que Lenin había creado en Rusia. La brillante Rosa Luxemburgo no se equivocaba. Mientras los comunistas controlaba­n la calle, Ebert resolvió el problema con la ayuda de su ministro de defensa Gustav Noske: los Freikorps terminaría­n con el caos; el dinero lo aportó Walther Rathenau, los oficiales y soldados, el capitán de navío Wilhelm Canaris. En apenas cinco días, los Freikorps aplastaron la insurrecci­ón, causando decenas de muertos en las calles. Entre las víctimas estaban Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo. Detenidos el 15 de enero, fueron llevados al hotel Edem. Un culatazo de fusil dejó inconscien­te a Liebknecht, que recibió, a continuaci­ón, un tiro en la nuca. Su cuerpo terminó en la fosa común de las víctimas de los disturbios; Rosa Luxemburgo fue igualmente maltratada; el soldado Otto Runge la derribó de un culatazo, pero se levantó y, dando tumbos, alcanzó la calle; la metieron en un automóvil, donde el teniente Kurt Vogel le disparó a la cabeza. Después, la arrojaron al canal Landwehr, donde semanas después apareció un cuerpo de mujer que por su estatura y ropa se supuso que era ella. Allí existe un monumento que la recuerda. El almirante Erich Raeder declaró en 1946 que fue Canaris quien ordenó el asesinato «y se las arregló para ser nombrado juez en el proceso. Así pudo dirigir la investigac­ión y conseguir que el autor, que había obrado según sus órdenes, saliera bien librado» (Baldur von Schirach, «Yo creí en Hitler», Luis de Caralt. Barcelona, 1968). El pasado domingo,12 de enero, una manifestac­ión de centenares de personas, en la que figuraban relevantes dirigentes de la izquierda alemana, salió de la Puerta de Fráncfort y se dirigió al cementerio de Friedrichs­felde, donde depositaro­n flores en las tumbas de Rosa Luxemburgo y de Karl Liebknecht, recordando el 101 aniversari­o de su asesinato. Marcus Boës, portavoz de La Izquierda (poscomunis­tas y socialdemó­cratas disidentes) recordó que siguen vigentes las preocupaci­ones vitales de ambos ideólogos marxistas: «La justicia social, los derechos

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