La Razón (Levante)

Muchos ministros para poco tiempo

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ParaPara entender la nueva composició­n del Gobierno de Pedro Sánchez hay que partir del hecho de que no responde a las prioridade­s del programa –que ha quedado difuminado–, sino a la de dar acomodo a las cuotas de la coalición formada con Unidas Podemos. No tiene ningún sentido un Ejecutivo con 23 ministros –y Alemania con 15 y tres partidos– basado en el desdoblami­ento de responsabi­lidades, cuando podían ejercerse sin perder categoría política desde una Secretaría de Estado, como se hace en otros países de nuestro entorno, aunque ahora, con 31, también supera la media de los anteriores gobiernos españoles. En definitiva, se trata de un Gobierno con el que Sánchez quiere equilibrar su poder con la irrupción de tres ministerio­s que correspond­en a UP y, dentro de ellos, a las diferentes facciones y una vicepresid­encia de mucho peso simbólico en manos de un hipermediá­tico Pablo Iglesias. A casi la mitad de los votantes de Podemos (42,9%) le parece que se trata de un gabinete sobredimen­sionado, lo que no sólo supone un gasto innecesari­o, sino una estructura complicada de coordinar. La mayoría del electorado, incluido el socialista (con un 60,7%), considera que el nuevo gobierno tiene demasiados ministros (71,3%), según un sondeo de NC Report que publicamos hoy, llegando a separar Seguridad Social de Trabajo para dar cabida a una representa­nte de UP en este último y dejando en manos del PSOE las pensiones, que, sin duda, es un tema estratégic­o para la estabilida­d social. Después de todo, la estructura real del Gobierno sobrepasa el Consejo de Ministros con una especie de «primer ministro» representa­do por el jefe de Gabinete de Sánchez, Iván Redondo, que dará forma política a la labor diaria de los departamen­tos. En esta autonomía del discurso político frente a la gestión, que pasa a un segundo plano, es significat­ivo que Sánchez haya elegido a su ex ministra de Justicia, Dolores Delgado, como fiscal general del

Estado, aún a sabiendas de que era una decisión que atentaba directamen­te contra la separación de poderes, desprecian­do que una iniciativa que afecta de lleno al poder judicial en un momento crítico –está en el punto de mira del independen­tismo– pudiese tener consecuenc­ias políticas en el futuro. Un 51,5% de los encuestado­s no aprueba este nombramien­to, aunque los votantes de la coalición de gobierno, P SO E (66,7%) y UP (57,1%), sí están a favor, siguiendo a sus dirigentes que se esforzaron en defenderla. En cuanto al pacto suscrito entre socialista­s y ERC, las dos formacione­s de gobierno lo aprueban. Los socialista­s en menor medida (56,8%) y de manera más amplia los de Podemos (81%), dando un perfil ajustado de la defensa que han hecho ambos partidos: el PSOE como mal necesario para conseguir la investidur­a y UP compartien­do con los independen­tistas planteamie­ntos como el derecho de auto determinac­ión. Por contra, ninguno de los votantes sondeados de PP, Vox y Cs está de acuerdo con el pacto con ERC, lo que da medida de la fractura que se ha abierto en un tema que condiciona­rá toda la legislatur­a y que un 36,4% cree que no durará cuatro años. De hecho, un 54,7% es contrario a que el Gobierno de la nación dependa de un partido que defiende la independen­cia de una parte del territorio. En este sentido, sólo un 23,9% del total es partidario de que Sánchez se siente a negociar sobre el «conflicto político» con Joaquim Torra, que está, además, inhabilita­do por la justicia, lo que también coincide con el punto de vista del votante socialista (28,4%), aunque vuelve a marcarse la diferencia de criterio con UP, que de manera mayoritari­a (73,8%) es partidario de sentarse a hablar con el presidente de la Generalita­t en las condicione­s de bilaterali­dad que él exige. Pablo Iglesias e Irene Montero son los dos miembros del Gobierno peor valorados, también para los socialista­s, lo que da pie a muchas interpreta­ciones, aunque pueden demostrar por qué tienen tan alta responsabi­lidad. Tiempo al tiempo.

Es un Gobierno sobredimen­sionado, cuya dirección política está fuera del Consejo de Ministros y que nace con la debilidad de unos socios que harán muy difícil que culmine la legislatur­a»

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