Vienen a por nosotros
ElEl forzado escándalo del «pin parental» es una treta del Gobierno con tres objetivos: que no hablemos de sus socios bilduetarras, podemitas y golpistas, dividir a una derecha que cae en sus trampas cual ratón en un cepo y continuar con la velocidad de crucero que han impreso a la cacería al disidente. Pero es una polémica artificial: lo de Murcia no se llama «pin parental» sino «autorización familiar» y está en vigor desde agosto. Vamos, que el liito no es de aquí ni de ahora pero viene muy bien para difuminar los cien mil cristos que ha montado este Ejecutivo en menos de una semana.
A mí me parece tan bien que no impartan clases extracurriculares en materia LGTBI por parte de personal no docente como que los progenitores hagan uso de su sacrosanto derecho a decidir cómo ha de ser la educación de sus hijos. A aceptar si quieren enseñanzas LGTBI para sus descendientes o si les place, por poner otro ejemplo, que un experto en tauromaquia defienda la fiesta nacional en las aulas. Sólo faltaba. faltaba. Las palabras de la mala a la par que torpe Celaá son una auténtica declaración de intenciones: «Los hijos no pertenecen a los padres». Una forma de pensar que es prima hermana de la que defendía el mayor asesino de la historia, Josif Stalin: «Debemos socializar a los niños obligando a la madre a entregarlos al Estado». Reeducación comunista. A este Ejecutivo se le ha visto el plumero en tiempo récord: busca el pensamiento único por lo civil o por lo criminal. Y cuanto antes, mejor.
De eso, y de controlar para eso la Justicia, va el nombramiento de Delgado como fiscal general. La siguiente vendrá de la mano de esa Ley contra la Desinformación que no es otra cosa que una herramienta para cerrar o, al menos, arruinar medios libérrimos y disidentes como LA RAZÓN u Okdiario. Que la directora del Instituto de la Mujer sea una sujeta que considera que la heterosexualidad «oprime a la mujer» y que para lograr la igualdad las mujeres tienen que sodomizar a los hombres es para echarse a temblar.
Como estremece pensar que la nueva responsable de Diversidad Sexual se jacte de haber «tenido relaciones con una menor». Esta vez no es lo que parece: no son unos locos, son gente muy peligrosa que intentará matarnos civilmente a los que no pensamos como ellos. No le den más vueltas.
Esta vez no es lo que parece: no son unos locos, son gente muy peligrosa que intentará matarnos civilmente a los que no pensamos como ellos»