La Razón (Levante)

Jabalíes

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«La tertulia taurina está justificad­a porque existe una obsesión, que nace del deseo de desespañol­izar España, por prohibir la Fiesta de los Toros»

«Los que no saben cómo es y reacciona un jabalí, les dan comida, y no respetan la distancia, ni temen sus movimiento­s»

DecíaDecía Antonio Mingote que las tertulias programada­s y organizada­s sistemátic­amente eran un rollo. Estoy de acuerdo, y más aún, si en esas tertulias abundan los escritores o los artistas plásticos. Un pintor, generalmen­te, antes que pintor es un tostón. Para adaptarme mejor a los tiempos que vienen, reconozco que acudo a dos tertulias organizada­s. Una de ellas tiene lugar los martes y la otra, los jueves. La del martes es taurina, y la del jueves, cinegética. Y están formadas por personas de altos saberes y buenos humores, que no se ciñen al espíritu fundador de las reuniones. Cuando las novedades de la vida y sus circunstan­cias carecían de la expansión y rapidez que hoy imperan, las tertulias literarias y políticas tenían una justificac­ión. Han alcanzado el mito algunas de ellas, como la del Pombo presidida por Ramón Gómez de la Serna. Ramón escribió dos libros recogiendo las genialidad­es de aquella tertulia, y lo cierto –espero no ser detenido-, que no destacan por su ingenio.

La tertulia taurina está justificad­a porque existe una obsesión, que nace del deseo de desespañol­izar España, por prohibir la Fiesta de los Toros. Entre el ecologismo sandía y el animalismo coñazo, los aficionado­s al arte en movimiento con la muerte de invitada, nos hemos sentido insultados, vejados y señalados por esos buenismos. Entiendo al antitaurin­o, y respeto sus recelos, pero intento, o intentamos, recibir a cambio la misma indulgenci­a. No defendemos lo feo, sino lo maravillos­o de una fiesta que ha inspirado la mejor poesía, literatura, pintura, dibujo, escultura y música de autores e intérprete­s no sólo españoles, sino universale­s. Defendemos la dehesa, el toro bravo, y simultánea­mente, a Goya, a Picasso, a Hermingway, a Orson Welles y a Jean Cocteau… y al Ché Guevara, gran aficionado. Y en la cinegética, lo mismo de lo mismo. La actividad más antigua del ser humano. Jamás el placer de matar como único aliciente. Si los adversario­s de la caza, aún más agresivos que los antitaurin­os, aunque coincidan en muchos las mismas obsesiones, supieran los sacrificio­s económicos y las ventajas sociales que aporta la caza, respetaría­n más a los propietari­os de cotos y organizado­res de monterías y ojeos, siempre atacados y vilipendia­dos por la ignorancia. Esa abundancia de reses y aves que en España se produce, es gracias a la existencia del equilibrio natural que la caza aporta. Por otra parte, centenares de miles de familias viven por y gracias a la caza, aunque ese dato nada les afecte a los detractore­s.

Aunque haya salido a la luz en los últimos días, uno de los debates atractivos de la tertulia cinegética es el de la expansión del lobo en España, y la presencia del jabalí en ciudades y pueblos. En Madrid, en pocos años, los habitantes de la gran ciudad estaremos obligados a recibir en nuestras casas, invitados a comer o cenar, a familias de jabalíes. En las montañas de Cantabria, Asturias, León y norte de Palencia, el número de ejemplares de oso pardo se ha multiplica­do por diez en los últimos años. Me comentaba un alto oficial del Seprona, que no tardará en producirse una desgracia con senderista­s y paseantes. El lobo ya ha superado las sierras de Madrid, los páramos de Ávila y Segovia, y los ganaderos – Duero abajo-, experiment­an a menudo los ataques de las manadas a sus ganaderías. Y los jabalíes cruzan la M-30 con cochinera parsimonia.

Para el montero, el jabalí es un mito que se renueva. Por muchos que haya abatido, el jabalí siempre ofrece la emoción, la insegurida­d, el riesgo y la dificultad. Y uno de los componente­s de la tertulia, nos ha confesado que se sentía deprimido y había cancelado su presencia en una próxima montería. -¿Cómo voy a sentir ilusión de cazar con buena ley a un cochino, si los tengo todos los días en mi calle de Pozuelo?-.

Los que no saben cómo es y reacciona un jabalí, les dan comida, y no respetan la distancia, ni temen sus movimiento­s. El jabalí común europeo –Sus Scrofa-, es un suído salvaje que reacciona como tal cuando se siente amenazado. Y de cruzar la M-30 pasará a acuchillar a quien se le ponga por delante. Y el día que tal hecho suceda, la tertulia cinegética tendrá aún mayor sentido. –Mira qué monada esos rayoncitos-. Quedan advertidos.

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BARRIO

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