Lanza, culpable de asesinato
El jurado concluye que el acusado del «crimen de los tirantes» actuó con alevosía, por motivos ideológicos y no en defensa propia
Asesinato con alevosía por motivos ideológicos, pero sin ensañamiento y con la atenuante de embriaguez. Un jurado ha vuelto a considerar a Rodrigo Lanza culpable de la muerte de Víctor Laínez en la madrugada del 8 de diciembre de 2017 en un bar de Zaragoza, el conocido como «crimen de los tirantes» (la víctima llevaba unos con la bandera española). Pero en esta ocasión, el tribunal popular concluye que es culpable de asesinato, y no de homicidio imprudente, como sucedió con el anterior fallo, anulado por falta de motivación.
Este veredicto, que rechaza que actuara en defensa propia, aumentará previsiblemente la condena. Lanza se enfrenta a una petición de pena hasta de 23 años de prisión, que reclaman tanto la defensa de la víctima como la acusación popular que ejerce Vox, frente a los 20 años que solicita la Fiscalía. Y es que aunque el acusado se defendió asegurando que atacó a Laínez para defenderse porque vio que llevaba «una navaja en la mano», el jurado no da por probado ese hecho.
Lanza ya fue condenado en noviembre del pasado año a cinco años de cárcel por homicidio imprudente, pero el juicio tuvo que repetirse después de que el Tribunal Superior de Justicia de Aragón declarase nula la sentencia.
El tribunal tumbó el fallo al no explicar suficientemente las razones por las que consideró que el acusado solo tenía intención de lesionar, y no de matar, a Laínez, lo que determinó que se le condenara por imprudencia. Sobre todo, insistía, dado que en los hechos probados constaba que se trató de «una agresión por la espalda, sin posibilidad de defensa».
En la sentencia declarada nula por falta de motivación se detallaba que sobre las tres de la madrugada del 8 de diciembre de 2017 Lanza y otras tres personas entraron en el bar Tocadiscos de Zaragoza, donde se encontraba Laínez, y pidieron unas consumiciones. Poco después, se sentaron en una zona de barra y un acompañante de Lanza, Pablo M., le dijo al acusado que Laínez «era de extrema derecha o neonazi y que en ocasiones llevaba tirantes con los colores de la bandera española».
Laínez hizo una señal a Lanza para que se acercara, «intercambiando unas palabras que nadie escuchó». Cuando el acusado volvió con sus amigos, les dijo que le había llamado «sudaca» y que «debía volverse a su país por ser extranjero». En esa misma conversación, Lanza llamó a Laínez «facha y fascista» y le dijo que ese era un barrio antifascista y que «no querían nazis en el barrio».
Tras abandonar el local, Lanza volvió a entrar «y se abalanzó por la espalda y, sin posibilidad alguna de defensa», sobre la víctima, «dándole un golpe seco en la parte inferior trasera de la cabeza» con un objeto contundente similar a «un mosquetón utilizado a modo de puño americano», a consecuencia del cual Laínez «cayó al suelo desplomado» inconsciente. Una vez en el suelo, el acusado «le dio una patada en la cara» y siguió «propinándole puñetazos en la cabeza y múltiples golpes» antes de salir del local.