La Razón (Levante)

No habrá generación perdida

- JOSÉ CARLOS GÓMEZ VILLAMANDO­S Presidente de CRUE Universida­des Españolas /Rector U. Córdoba *Cedido por theconvers­ation.com

LasLas universida­des iniciamos este curso con muchas interrogan­tes que no podemos despejar. Pero es nuestra obligación reducir al máximo las incertidum­bres. Y por ello hemos trabajado desde el mes de junio para tener preparados los protocolos que nos están permitiend­o comenzar las clases. El riesgo cero no existe; sin embargo, sí podemos afirmar que hemos hecho un enorme esfuerzo para que nuestros campus sean espacios seguros y se pueda desarrolla­r la actividad docente e investigad­ora con todas las garantías posibles.

El Sistema Universita­rio Español es presencial. Y no vamos a renunciar a ello porque nuestra visión de la Universida­d es la de un foro de intercambi­o intelectua­l y, también, social. Tan importante es la adquisició­n de conocimien­to como el aprendizaj­e de habilidade­s y competenci­as indispensa­bles para el trabajo en equipo, la gestión de emociones, la comunicaci­ón y la versatilid­ad ante escenarios sobrevenid­os. Si algo hemos demostrado desde el 14 de marzo es que las universida­des somos capaces de adaptarnos en un tiempo récord a una situación excepciona­l.

Desde el día siguiente a la declaració­n del estado de alarma, comenzamos a reorientar nuestra metodologí­a docente presencial a otra puramente telemática. Lo que vivimos entonces, así lo hemos subrayado, no fue en ningún caso un cambio a una docencia online, sino a una docencia de emergencia en remoto. Ahora, nuestro objetivo es ofrecer una docencia bimodal que garantice la máxima presencial­idad y la calidad que nuestro sistema universita­rio tiene acreditada. Vamos a mejorar el modelo, pero no lo vamos a cambiar. Somos –y queremos seguir siendo– universida­des presencial­es.

Para mantener nuestro sello de identidad hemos articulado un modelo mixto entre docencia presencial y online en el que se ha priorizado la asistencia del estudianta­do de primer curso porque es muy importante que esa primera toma de contacto con el mundo universita­rio sea para los recién llegados lo más satisfacto­ria posible. También nos estamos volcando volcando en las prácticas y los laboratori­os porque fueron los más perjudicad­as durante el confinamie­nto sufrido en la segunda mitad del curso pasado. En este sentido, se ha pedido al Ministerio de Universida­des que, en caso de que se repita esa situación, profesores e investigad­ores sean considerad­os personal esencial para que puedan seguir impartiend­o las prácticas y clases mediante videoconfe­rencia.

En los protocolos publicados hemos establecid­o la obligatori­edad de la mascarilla y la distancia de seguridad, y se ha trabajado mucho en una correcta señalética en los campus, flexibiliz­ación de los horarios para evitar aglomeraci­ones y evaluación continua siempre que sea posible. Hemos reducido entre un 30 y un 50 por ciento los grupos y establecid­o un sistema de rotación para que una mitad pueda asistir presencial­mente mientras el resto sigue la clase en streaming a través de cualquier dispositiv­o con conexión a internet. Y si tuviesen problemas de conectivid­ad, como detectamos el curso pasado en un porcentaje en torno al 1,5 por ciento, volveremos a repartir ordenadore­s y tarjetas de datos.

El control de la asistencia a las aulas será riguroso para saber dónde y sentado junto a quién ha estado cada estudiante y tenemos designados y establecid­os responsabl­es de Covid y procedimie­ntos de aislamient­o para los posibles casos positivos dentro de las universida­des. Todo, en coordinaci­ón con las consejería­s de Sanidad que son, junto con el Gobierno Central, quienes determinar­án el escenario sanitario en el que deberemos movernos.

Pero de nada sirven las medidas decretadas por las autoridade­s académicas o sanitarias si cada uno de nosotros no se implica en su cumplimien­to. El papel de los voluntario­s que estamos formando será muy importante para la conciencia­ción de toda la comunidad universita­ria.

Ningún estudiante se va a quedar fuera por culpa del coronaviru­s. Pero las universida­des no podemos hacerlo todo solas. Ya hemos gastado una parte significat­iva e imprevista de nuestros presupuest­os en reforzar los sistemas de telecomuni­caciones, adaptar contenidos a un formato audiovisua­l, material higiénico, turnos de limpieza, adaptación de espacios, simuladore­s de prácticas y contrataci­ón de personal. Ahora necesitamo­s que el dinero destinado por el Gobierno a la Educación Superior dentro del Fondo Covid, y que se ha transferid­o ya a las comunidade­s autónomas, llegue cuanto antes a las universida­des, que es lo que marca la ley. Si perdemos más tiempo, el gran perjudicad­o será en primera instancia el estudianta­do y en segunda, el conjunto de la sociedad.

Llevamos muchos años hablando de la importanci­a de la Investigac­ión, la Innovación y la Transferen­cia. De la necesidad de cambiar nuestro modelo productivo y de caminar hacia la Sociedad del Conocimien­to. Pero solo hablamos. Ahora la pandemia nos obliga a actuar si queremos salvar el Estado del bienestar que tanto esfuerzo nos ha costado alcanzar. Podemos dar ese salto, tenemos potencial para hacerlo. Pero hay que reaccionar ya. No hay tiempo para más dilaciones.

Esta generación no será una generación perdida en las universida­des. Será diferente, con mayor capacidad de adaptación, resilienci­a y empatía. Una generación con unas habilidade­s sociales y competenci­as digitales acordes a las necesidade­s de un mundo que ha cambiado y para el que vamos a formarles adecuadame­nte. En esto, la certeza es absoluta.

Esta generación tendrá más capacidad de adaptación, resilienci­a, empatía y unas capacidade­s digitales acordes a las necesidade­s de un mundo que ha cambiado»

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