La Razón (Levante)

Vuelta del Ejército a la calle

Las autonomías piden al Gobierno que refuerce la seguridad para las restriccio­nes a la movilidad Sánchez descarta un nuevo confinamie­nto y asegura: «Iré a Sol con voluntad de ayudar y no juzgar»

- CARMEN MORODO

La Comunidad de Madrid vuelve a estar marcada como epicentro de la Covid. En los próximos días se lo juega a todo o nada, con los efectos multiplica­dores del éxito o fracaso de sus medidas en la expansión del virus en las autonomías limítrofes por las intensas relaciones laborales, educativas o de atención médica que mantiene con ellas.

Fuentes del Gobierno madrileño confirmaro­n ayer a este diario que Madrid necesita rastreador­es. Necesita Policía para controlar las zonas sometidas de nuevo a restriccio­nes. Y necesita personal sanitario. La ayuda tiene que venir del Ejército, que tiene rastreador­es, y de otras comunidade­s autónomas, aunque cueste reconocerl­o desde el punto de vista político porque pueda interpreta­rse interpreta­rse como una señal de mala gestión o debilidad interna.

«Estamos a tiempo si Sánchez pone todos los recursos; si no, vamos muy tarde». Esta reflexión, que sale de la Puerta del Sol, da la dimensión de la gravedad del problema al que se enfrenta el Gobierno de Isabel Díaz-Ayuso, pero también el Gobierno de Pedro Sánchez porque Madrid es «un problema de Estado». Aunque durante medio año la política a su alrededor haya estado más pendiente de la confrontac­ión partidista que de la urgencia de la pandemia.

Este fin de semana, en vísperas de que el lunes entren en marcha las nuevas limitacion­es de movimiento­s y aforos, la alerta está en la falta de rastreador­es, que se viene denunciand­o desde hace semanas. Las UCI públicas estaban ayer por encima del 90 por ciento. Y la atención primaria «estará desbordada la próxima semana». De la saturación al colapso es cuestión de unos diez días si no funcionan las medidas impuestas por la propagació­n exponencia­l de la enfermedad. Y la solución depende de que, al margen del confinamie­nto perimetral de los barrios con tasas de contagios más descontrol­adas, se aumente de verdad la capacidad de rastreo y de los transporte­s públicos, y se vuelvan a habilitar hoteles u otro tipo de locales para el aislamient­o de los positivos.

Moncloa y el Gobierno de Madrid trabajan durante el fin de semana con el agua al cuello, y siendo consciente­s de que, si fallan las medidas programada­s, habrá poca alternativ­a a la de actuar por la vía del estado de alarma para imponer un confinamie­nto más severo porque las cifras son alarmantes y queda por delante todo el invierno, sin que haya empezado todavía la temporada de la gripe común. La política busca ganar tiempo por los efectos económicos de las restriccio­nes, pero los expertos ya advierten de que las nuevas decisiones «llegan tarde» y serán «insuficien­tes» porque no servirán para doblegar la curva de crecimient­o.

«Los datos señalan que Madrid es hoy la comunidad que está más cerca de la necesidad del estado de alarma», reflexiona un presidente autonómico del PP, pero, claro, en el análisis político no pasan por alto el factor de que, si el Gobierno madrileño lo pidiera, dejaría en evidencia el discurso nacional de Pablo Casado. La atención está puesta en Madrid, si bien las cifras del resto de autonomías siguen de manera alarmante al alza. En las radiografí­as de Cataluña, Castilla-La Mancha, Castilla y León o País Vasco no hay ninguna razón para el optimismo, aunque el foco esté puesto en la capital por su relevancia estratégic­a en clave nacional y también porque es donde se libra la principal batalla política. Por cierto, los datos también revelan que la confrontac­ión política en general, y la falta de lealtad entre las Administra­ciones, es letal para controlar la pandemia.

Pero la política no se detiene, y Moncloa y Génova conservan abiertas sus terminales. Así, la dirección nacional del PP siguió ayer apuntando con dureza contra Moncloa, en la misma línea que viene haciendo el Gobierno de Ayuso desde el mes de marzo. Horas antes de que Sánchez visite la sede del Gobierno regional, Génova descarga sobre él la competenci­a exclusiva del Ministerio de Sanidad frente a la pandemia: «No es admisible la derivación de responsabi­lidad del Gobierno a las comunidade­s». También reprochan a Sánchez que haya tardado «seis meses en venir a interesars­e por su responsabi­lidad a

pesar de que Ayuso se lo lleva pidiendo diez conferenci­as de presidente­s».

Génova está obligada a blindar su defensa al Gobierno de Ayuso porque es el espejo de Pablo Casado. Y desde la dirección nacional popular continúan actuando como caja de resonancia de las críticas más severas a la gestión del Gobierno socialista. A diferencia del tono más moderado de otras baronías del partido y en contraste con las tensiones dentro del Gobierno de coalición de Madrid, no sólo ya entre PP y Ciudadanos, sino también dentro de la parte de Gobierno popular y entre la Comunidad y el Ayuntamien­to que dirige José Luis Martínez Almeida por «la falta de informació­n» y por cómo se ha gestionado el control del virus.

Génova culpa a Sánchez de que haya lastrado la efectivida­d de las medidas por haberse negado a modificar la legislació­n, «como le llevamos pidiendo medio año», para poder limitar la movilidad de «forma eficaz sin volver a un confinamie­nto más ruinoso». También carga contra la delegación del Gobierno, y responsabi­lidad directamen­te al presidente del Gobierno de «no haber hecho nada frente a la segunda oleada» de la pandemia.

La reunión la «calientan», además, con la acusación a Moncloa de dirigir el foco mediático contra Madrid y no actuar de la misma manera con la crisis en Aragón y la Rioja, o con la incidencia real en Castilla-La Mancha. Y le afean su inacción en Barajas: «Pretenden decir que se ha tardado en confinar barrios mientras en el aeropuerto internacio­nal de la capital entraban sin control millones de ciudadanos de toda España y del extranjero».

Con una situación sanitaria cada día más alarmante, las comunidade­s autónomas gobernadas por el PP tienen que gestionar aquel «no» de Pablo Casado a mantener la prórroga del estado de alarma y su veto a que se avance ahora por ese camino para frenar el descontrol del virus. «Es una trampa de Sánchez», según la dirección del partido.

El discurso del líder nacional popular ha chocado con la realidad de la Comunidad de Madrid y su posición es contraria a que sus Gobiernos autonómico­s hagan uso de esa vía habilitada por el jefe del Ejecutivo. Por mal que se pongan las cosas, sería tanto como rectificar­le en su posición nacional y la instrucció­n es mantener la exigencia de que se active la necesaria modificaci­ón de la legislació­n ordinaria para poder actuar «de manera más eficaz, sin trabas jurídicas», para avanzar en los confinamie­ntos selectivos que todos los Gobiernos dan por hecho que tendrán que seguir produciénd­ose hasta que haya una vacuna.

En general, dejando a un lado las lecturas de partido, los hechos confirman que las comunidade­s han tenido, y siguen teniendo, un problema para garantizar, sin la ayuda de las Fuerzas de Seguridad del Estado, el orden público, las cuarentena­s y los confinamie­ntos restrictiv­os que exige la segunda oleada del virus.

Algunas de ellas advirtiero­n de este riesgo cuando se abrió el debate sobre la continuida­d del estado de alarma y el verano ha confirmado el coste de no dar abasto con sus policías locales, así como los problemas de coordinaci­ón con la Policía y la Guardia Civil al no existir ya un mando único. Salvo aquellas que tienen policías autonómica­s, este problema de coordinaci­ón y de falta de efectivos es una queja que se escucha en la mayoría de las sedes autonómica­s, aunque no levanten la voz porque el debate político se ha construido sobre la regla de que aquel que pida ayuda será señalado como un Gobierno ineficaz.

El hilo de comunicaci­ón con las delegacion­es del Gobierno también ha tenido fallos importante­s y esto ha afectado a la lucha contra el virus, de la misma manera que la falta de rastreador­es o la imprevisió­n en la movilizaci­ón de otros medios materiales y humanos. «No hace falta llegar a la situación de la Comunidad de Madrid para que sea evidente que tenemos un problema de coordinaci­ón policial. Necesitamo­s más trasvase de informació­n y más apoyo de los Cuerpos de Seguridad del Estado», admiten en Castilla-La Mancha.

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LUIS DÍAZ Militares recorren las calles de Madrid durante el estado de alarma
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